Unas 200 personas recibieron con flores en el aeropuerto de Teherán a Mahmud Ahmadineyad. Su “gran éxito” en Ginebra fue celebrado por duros de la política iraní como el vicepresidente del Parlamento, Mohammad Reza Bahonar, quien calificó de “antidiplomático” el plantón de delegados europeos al discurso del presidente pero destacó que “cientos” lo escucharon, entre ellos los del Vaticano. Una mención al holocausto como “ambiguo y dudoso” había sido eliminada, según la ONU, al parecer tras la reunión previa de Ahmadineyad y el secretario general Ban Ki Mun. No obstante, la crítica posterior de Ban fue tachada por el Ministerio de Exteriores iraní de “partidista e irracional”.