Medio centenar de 'sin papeles' ocupan siete casas en la huerta

La Verdad, RAÚL HERNÁNDEZ, 22-04-2009

El camino del Corazón de Jesús es una vereda salpicada a ambos lados de casas de huerta. El entorno, dominado por limoneros y con un aroma a tierra fértil, se desdobla en estrechos recodos que conducen a viejas casas utilizadas antiguamente para guardar herramientas de labranza y utensilios de la faena.

Hoy, abandonadas y casi derruidas, dan cobijo a casi medio centenar de inmigrantes sin papeles que buscan bajo su maltrecha techumbre aislarse del frío o el calor a costa de su salud. Entrar en una de las siete viviendas ocupadas es introducirse en una cuadra. En una de las casas de cuatro habitaciones y ocho metros cuadrados cada una hay cuatro colchones por estancia. Cuenta uno de los marroquíes que cada colchón lo ocupan dos personas.

Son unas treinta personas viviendo en menos de cuarenta metros cuadrados, sin luz ni agua corriente. Entre cartones, botellas vacías, restos de comida, y jirones de ropa. El ambiente dentro está viciado. El olor nauseabundo se impregna por todo el cuerpo. Por las tardes no hay nadie. Todos están en el pueblo reunidos con sus compatriotas en algún parque. El problema de la crisis afecta a esta población dos veces más. Normalmente no encuentran trabajo y, cuando lo hacen, son explotados.

Como esta son siete casas las ocupadas por marroquíes señaladas por los vecinos que denuncian la inseguridad que hay en la zona sobre todo al caer la tarde. La primera consecuencia de su modo de vida es tomar lo que no es suyo para sobrevivir.

«No puedes dejar nada a la vista porque desaparece. Antes solía sentarme a tomar el fresco con mi familia a la puerta de mi casa cuando anochecía. Ahora estamos intimidados por estos que le han pegado una patada a la puerta de la casa de mi vecino y se han quedado ahí a vivir». Es uno de los vecinos que prefiere guardar el anonimato por miedo a represalias.

Un poco más allá de la casa de este hombre hay otro caserón tomado por los inmigrantes. Allí las condiciones no son mejores. La vivienda, dividida en cuatro estancias, está ocupada por quince marroquíes.

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