Tiene 23 años, es de origen magrebí y tiene por costumbre levantar la mano a sus hermanas. Lo reconoció él mismo de forma velada cuando fue a detenerle la Ertzaintza al hogar que comparten en Artziniega. «Les pegaré otra vez», les soltó a los agentes camino de la comisaría.

El arresto se produjo alrededor de las cuatro de la tarde de este lunes, cuando la Policía Autónoma recibió una llamada en la que se alertaba de la agresión a una mujer en un domicilio particular de esta pequeña localidad alavesa. Al llegar a la casa, una de las tres chicas acusó a su hermano de haberle pegado a ella y a otras dos hermanas en el transcurso de una discusión. Según la información facilitada ayer por el Departamento de Interior, el arrestado reconoció los hechos y las víctimas fueron atendidas en el ambulatorio de Llodio. El joven pasó a disposición judicial.

Problemas de olores

Sus vecinos no se enteraron de la trifulca. Es más, todos los residentes consultados por este periódico aseguran que, pese a tratarse de una vivienda «donde entra y sale mucha gente», nunca han tenido problemas de ruidos. Sí, de olores. «A veces son nauseabundos», aseguró una vecina del mismo portal.

La situación se había agravado recientemente como consecuencia de las «humaredas que preparaban por la noche en algunas ocasiones». El malestar en esta comunidad hizo que llegaran a plantearse la posibilidad de presentar una queja formal ante el Ayuntamiento. La propia alcaldesa, Agurtzane Llano, reconoció ayer haber atendido a un vecino que protestaba por los olores que salían de la casa.

En el piso donde se produjo la detención están empadronadas cuatro personas. Pero «viven muchas más, entre doce y catorce. Algunos cambian continuamente, aunque se mantienen varios miembros de una misma familia, incluidos dos niños», según vecinos de la zona. Al parecer su integración en el pueblo es casi inexistente.