La jornada de luto nacional del Día del Holocausto tuvo ayer en Israel un paradójico sabor a victoria moral. La fotografía en cinemascope de Mahmud Ahmadineyad bajo un titular triunfante – ‘Derrotado’ – del diario ‘Maariv’ se exhibía colgada por las calles del centro de Jerusalén. La ciudad se paralizó un año más a las 10.00 horas para recordar a las víctimas con dos minutos de silencio sepulcral.

En la ceremonia de estado, el primer ministro, Benyamin Netanyahu, expresaba su agradecimiento a los «importantes países que eligieron boicotear esa demostración de odio» en la conferencia contra el racismo Durban II «cuando sus representantes dejaron la sala durante las palabras del presidente iraní». «No permitiremos a los negacionistas otro holocausto judío», proclamaba. Todo para que no se repitiera el espectáculo de 2001 en Sudáfrica, la llamada Durban I, donde Israel fue vapuleada por el mundo árabe por su trato a los palestinos.