El hecho de que las autoridades italianas y las de Malta se nieguen a permitir el atraque en sus puertos de un barco con 154 inmigrantes a bordo, entre ellos una embrazada muerta, atribuyéndose mutuamente la responsabilidad de hacerse cargo de la embarcación y los pasajeros ilegales, pone de relieve la falta de una auténtica coordinación europea en materia de inmigración en el área mediterránea. Porque los conflictos interestatales entre Italia, Malta, Libia y Francia sobre la responsabilidad de auxilio y rescate de las embarcaciones de inmigrantes ilegales que atraviesan con las frágiles embarcaciones las imprecisas zonas de demarcación marítima, han llegado a poner en peligro las vidas de los inmigrantes y las tripulaciones mientras la pugna en los despachos se alarga indefinidamente. La mediación de la Unión Europea parece la únicas salida viable, pero Bruselas debería aprovechar la ocasión para fijar de manera definitiva las reglas de salvamento y las áreas de competencia en las aguas internacionales.