«Denuncié a mi marido para salvar a mis dos nietas de sus abusos»

Encarcelan a un hombre de 60 años de Barakaldo por vejaciones a las niñas, de 12 y 15

Diario Vasco, SONSOLES ZUBELDIA, 20-04-2009

DV. «Tuve que denunciarle con todo el dolor de mi corazón tras 42 años de matrimonio para salvar a mis nietas». Teresa demandó el viernes a su marido, Facundo G.E., de 60 años y vecino de Barakaldo, por abusar sexualmente de sus dos nietas de 12 y 15 «casi a diario» desde 2007. El abuelo de las menores fue detenido poco después por la Ertzaintza y puesto a disposición judicial en la tarde del sábado. El magistrado decretó de inmediato su ingreso en la prisión de Basauri.

Minutos antes de la una y media de la tarde del viernes, Teresa acudió a la comisaría de Sestao. Quería denunciar que sus dos nietas habían sido víctimas de agresiones sexuales por parte de su marido. Según informó ayer el departamento de Interior, los abusos se producían «casi a diario» desde 2007 en la casa familiar de Barakaldo, donde las niñas vivían con sus abuelos, todos de etnia gitana. La mujer contó a los agentes que los supuestos abusos tenían lugar siempre «a una hora fija»: cuando ella abandonaba la vivienda para hacer las compras y las pequeñas se quedaban al cuidado de su abuelo. Entonces el presunto agresor aprovechaba para llevarse a las niñas a su habitación.

Si las menores no accedían a sus deseos, «les pegaba». Pero el ahora detenido llegó a ir más lejos. Y es que en varias ocasiones, tras la agresión sexual, se dirigía a un armario para sacar «una pistola», según detalló el departamento de Interior en un comunicado. Tras mostrarles el arma, «amenazaba con matarlas» a ambas en caso de que le contaran a su abuela lo que estaba sucediendo.

Al cuidado de sus abuelos

Las dos menores quedaron al cuidado de sus abuelos cuando el padre de ambas falleció hace diez años, al parecer, «por asuntos de drogas». Según relató ayer Teresa a este periódico, por aquel entonces la madre de las pequeñas «se escapó con un drogadicto» y no volvieron a saber de ella. Así las cosas, las hermanas empezaron a vivir con su familia paterna. Primero residieron en el barrio de Retuerto, pero «hace tres años» se mudaron a un chalé ubicado la calle Ureta del barrio de Gorostiza del municipio fabril, según concretó a este periódico la abuela de las niñas.

La casa de Facundo y Teresa estaba repleta de familiares ayer por la tarde. Había cerca de una veintena de personas. Normalmente entre esas cuatro paredes viven «un montón de familiares», según cuentan los vecinos. «Y cuando uno está enfermo, vienen muchos más», añadía otra residente en este pequeño barrio rural ubicado entre El Regato y el centro de Barakaldo.

Ayer era uno de esos días. El duro trago por el que ha tenido que pasar Teresa desde que el viernes denunciara los abusos de su marido motivó que muchos de sus familiares acudieran a su vivienda sobre las seis de la tarde. Hijos, sobrinos y nietos querían arropar a la matriarca. Apenas querían hablar de lo sucedido. «Bastante dolor tenemos ya», clamaban. Estaban muy nerviosos.

Como la propia Teresa explicaba, tienen «miedo» de que la familia materna de sus nietas, también de etnia gitana y residente en Sestao, «vengan a por nosotros y nos maten» después de conocer lo que ha ocurrido. «Somos una familia gitana, no paya, y tenemos nuestras propias leyes. Ahora seguro que vienen a buscarnos», se dolía la mujer mientras varios de sus familiares asentían a su lado con preocupación.

Protección policial

Así se lo contaron ayer a varios agentes de la Ertzaintza, que tuvieron que acudir hasta la vivienda por un altercado entre los familiares de Teresa y varios medios de comunicación. Tras escuchar sus inquietudes, los policías les conminaron a alertar de inmediato a la Ertzaintza en caso de que detectaran «cualquier movimiento extraño» en los alrededores de la vivienda. Algo más tranquillos, accedieron de nuevo a su domicilio, situado en un pequeño alto rodeado de vegetación.

Facundo y Teresa contrajeron matrimonio hace ya 42 años. Toda una vida. Pero cuando supo lo que les estaba ocurriendo a sus nietas, se vio obligada a tomar una complicada decisión. Pero se armó de valentía. Lo hizo por las niñas. «Tuve que denunciarle con todo el dolor de mi corazón para salvarlas», repetía ayer una y otra vez con pesar. Y lo ha hecho.

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