«Hay quien duerme bajo la escalera»

Diario Vasco, O. IGEA, 20-04-2009

La degradación de las condiciones de vida en algunas cárceles «roza lo inhumano», denuncian en CC OO. En la prisión de Sangonera, Murcia, las celdas ya no dan abasto y se han tenido que colocar una veintena de colchones en el suelo de algunas galerías. «Hay quien duerme debajo de una escalera», aseguran. En el Salto del Negro, en Las Palmas de Gran Canaria, los internos que gozan del régimen abierto – han cumplido un tercio de su condena y pueden vivir en sus casas los fines de semana – habitan los barracones de la prisión que sirven de vestuario a los funcionarios. Y si las cárceles no dan más de sí, ¿cuál es la alternativa? Sindicatos e Instituciones Penitenciarias coinciden en la respuesta: los trabajos en beneficio de la comunidad. Mercedes Gallizo ya se ha mostrado convencida de la «eficacia» de una medida que permitiría excarcelar a «personas que hayan cometido un único delito y tengan penas de corta duración». «Es el futuro. Las prisiones deben quedar para los casos más salvajes. Un tío que se compra un cochazo y lo pone a 200 por hora no necesita rehabilitarse en una prisión, sino reeducarse», plantea José Miguel Guzmán.

Otra opción que empieza a calar en Europa es la deportación de presos a sus países de origen construyendo prisiones asociadas a la legislación nacional pero ubicados en otros estados. «España podría hacerlo en Marruecos porque tienen un número muy alto de reclusos magrebíes», sugiere Guzmán. Austria aprobó en 2004 la creación de una prisión en Rumanía. «La idea no tiene ningún sesgo racista, al contrario, permitiría acercar a muchos reos a sus hogares», explica.

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