Rabia y malestar ante los episodios de racismo del 2008

La Voz de Galicia, 19-04-2009

Más o menos normalizadas, todas las familias gitanas recuerdan los episodios de la pasada primavera, cuando cundieron las manifestaciones contra el realojo de familias gitanas en pisos de promoción pública. Santiago Barrul lo vivió intensamente; formó parte de una comisión negociadora en la que tuvo que escuchar cosas increíbles: «Al final, al representante de los vecinos tuve que decirle que yo no vendía droga, que no todos somos iguales, pero que todos somos personas y tenemos los mismos derechos; que todos sentimos hambre y tenemos sentimientos. Y le pregunté por qué estaba luchando, si era por destruir las ilusiones de los gitanos». Santiago admite que aquel discurso no sirvió para mucho, porque finalmente el Ayuntamiento se venció a la intensidad de las protestas vecinales: «Pero me quedé muy aliviado».

Santiago, el Choli, José… todos están de acuerdo en que, en realidad, reubicar a las familias de un poblado en un edificio no es otra cosa que constituir un gueto más: «Yo no quiero vivir con gitanos. Reunirnos de nuevo a todos sería un atraso», afirma Santiago. «No se puede meter a todo el Carqueixo en dos edificios», reflexiona el Choli, «porque así no hay normalización posible. Y me duele en el alma que esas familias sigan viviendo todavía en esas condiciones. Pero, bueno, ¡si vamos a entrar ya en el 2010!»

¿Son los payos terroristas?

La rebelión vecinal del 2008 dejó heridas. Volvió a descargar el estigma del narcotráfico sobre todos los gitanos: «Pero los gitanos no ponen bombas y nosotros no vamos a decir que todos los payos lo hacen, ¿verdad?», dice José Barrul. «Para mí, la palabra gitano es positiva, pero para mucha gente es una barrera que ni siquiera les da la oportunidad de conocer a la persona. Eso me da rabia». Santiago solo espera que aquellas manifestaciones hayan servido para que los más pequeños no sigan bebiendo de los mismos prejuicios, aunque ahora, tras diez años de infierno, se dedica a disfrutar de su «trocito de cielo».

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