Casi 2.000 familias guipuzcoanas ceden un día de su salario al día para ayudar a los más desfavorecidos

Diario de noticias de Gipuzkoa, 18-04-2009

donostia. Los tiempos de vacas flacas siempre dejan un resquicio a la solidaridad, como el que representan las 1.920 familias guipuzcoanas que actualmente participan en una iniciativa impulsada por Cáritas, por la cual ceden un día de su salario al mes destinado a la atención de los más desfavorecidos. Esta aportación representa algo más del 3,3% de sus ingresos, gracias a lo cual se recaudan al año un total de 450.000 euros.

La campaña de la pastoral social de Cáritas, que centra su atención este fin de semana en la Familia Solidaria , viene a poner el acento en este ejercicio altruista y la necesidad de seguir arrimando el hombro en la complicada situación social.

En realidad, esta iniciativa no es ni mucho menos nueva. Encuentra su origen en tiempos de la última gran crisis del petróleo de los años 70. “Hay muchas personas en el territorio que tienen valores muy solidarios y vienen ayudando desde entonces, pero quizá es un tema que es preciso resaltar en los tiempos que corren”, resalta José Emilio Lafuente, secretario general de Cáritas.

Y precisa que hay muchos modos de ayudar, no sólo a través de partidas económicas. En esos términos se expresa en la misiva que se dará a conocer mañana en las parroquias el obispo de Donostia, Juan Maria Uriarte: además de inmigrantes y personas con discapacidades, el prelado asegura que tampoco se puede olvidar a aquellas familias que albergan en su seno a personas en extrema debilidad por su edad avanzada o por su enfermedad de larga duración. “Además de las prestaciones sociales que reciben, necesitan el refuerzo de nuestra cercanía y de nuestra colaboración. Hay personas que apenas pueden llevar una mínima vida social porque el cuidado de los suyos impedidos absorbe su atención y su tiempo”, incide Uriarte.

solidaridad económica Para el obispo es necesaria la solidaridad económica para con todas las familias necesitadas. Pero asegura que existen otras muchas que requieren otro tipo de solidaridad.

Aquellas en riesgo de perder su cohesión interna, las tocadas por el virus de la desunión, las que carecen de una estructura que les dé solidez, las que están rotas y han dejado tras la ruptura sufrimiento en los cónyuges y precaria atención a los hijos. “Las familias cristianas tenéis aquí un campo de acción discreta, delicada y eficiente que se corresponde con vuestra vocación”, resalta Uriarte.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)