Sociedad. Unas 45 madrileñas, casi todas latinoamericanas, en peregrinación mañana hacia el pequeño pueblo de San Cristóbal de Entreviñas para conocer a 20 solteros de la localidad y alrededores

Caravana del amor a Zamora

El Mundo, QUICO ALSEDO, 17-04-2009

Manuel Gozalo tiene 52 años y ha unido a «unas 100 parejas». No, no es cura ni concejal. Come «de los seguros, soy corredor de seguros», pero digamos que tiene una doble vida: Manuel organiza caravanas de mujeres. Allí donde el amor no llega, por timidez, por casualidad, «por la razón que sea», va Manuel y lo lleva él. En autobús. Desde hace casi 15 años. Es una especie de Cupido automovilístico. Y ha vuelto a coger el arco y la flecha: este fin de semana, disparará en San Cristóbal de Entreviñas (Zamora).


Internet es desde hace años el zoco parejil preferido, pero el restaurante El Jardín competirá mañana siguiendo el método tradicional.Allí, a partir de las 14.00 horas, los mozos del pueblo y alrededores podrán interactuar con las señoras de la Asociación de Caravana de Mujeres, y lo que surja. Amor, sexo, amistad o simple concurrencia.


«Mira, la primera vez que organicé una caravana fue en 1995, en Fuentesauco de Fuentidueña, que en realidad… Bueno, es mi pueblo. Se juntó gente de cuatro bares para buscar muchachas que quisieran conocer a los solteros. A mí me tocó buscar a las chicas que quisieran ir en el autobús. Me puse a mirar por las peluquerías latinoamericanas, y también por Aravaca. Al final, salieron 35 mujeres».


A Manuel se le había quedado «grabada en la mente» la historia de Plan, el pueblo de Huesca que se convirtió en atracción internacional cuando hizo un llamamiento buscando mujeres en 1985. «Pensé: ‘Joé, con la de gente que hay por ahí sin pareja…’. Quería emular lo de Plan en plan de cachondeo, y van «42 ó 44 caravanas»; Manuel ya ha perdido la cuenta.


Aunque lo que recuerda muy bien es cuando conoció a Venecia, una portorriqueña salerosa, en la tercera caravana. Más que nada porque hoy es su esposa.


«Ahora nos cuesta más encontrar hombres, pero al principio teníamos muchos más problemas para que vinieran las mujeres, pensaban que era una cosa como torcida, de prostitución o algo así. Luego han visto que se lo pasan bien, que no hay nada sórdido y que es una forma más económica de conocer gente».


Los hombres pagan «entre 50 y 100 euros» por acceder al festejo, y las mujeres sólo 20 euros «por autobús, comida y cena con los mozos del lugar: si es que es un regalo». Lo demás, copas o lo que surja, corre de cuenta de cada cual. San Cristóbal de Entreviñas espera pues la transfusión de mujeres y hasta ayer había inscritos «unos 20 hombres, algunos del pueblo pero otros de localidades aledañas. Suele acercarse gente de otros sitios, y alguno incluso viaja desde lejos para recibir a la caravana. En la anterior que hicimos, en Vitigudino (Salamanca), vinieron tres hombres que se hicieron 600 kilómetros para llegar, y también una mujer que cogió un avión desde Canarias».


Capítulo de nacionalidades: «La mayor parte de las mujeres son colombianas, ecuatorianas y dominicanas, y luego también hay alguna brasileña. Ellos son todos españoles». Después de tantos años, Manuel mueve una agenda de «unas 400 mujeres» en la asociación, a la que une a todas las «señoritas» que se unen a cada una de sus caravanas. «Muchas han repetido, no hay nadie que haya estado en todas las fiestas, pero alguna ha llegado a venir unas 30 veces a la caravana. Se lo pasan muy bien. Hemos llegado a mover dos autobuses, unas 60 personas». También tiene en la Asociación Caravana de Mujeres un retén de 600 varones.


Total, que Manuel come de otra cosa, pero casi es un empresario de la peregrinación amorosa: «Yo contacto con los Ayuntamiento, o bien con algunos restaurantes o bares. Ellos me dicen lo que necesitan, y para allá que nos vamos en autobús. Luego, cada cual que se las apañe», dice, guiñando un ojo.


Pedraza de Alba, en Salamanca, ya se prepara para otro de sus suministros de féminas, pero por si acaso Manuel también está posicionado en internet a través de la web www.caravanademujeres.com: «Sí, hombre, sí, hay que estar en todos los frentes, es un poco como el miti ése de parejas [Meetic], para que la gente se conozca y… Y lo que surja».


Anécdotas tiene «para parar un tren», pero dos las recuerda con más ternura: un viudo de «más de 70 años» que se les presentó una vez en una fiesta «y ligó», y una mujer de 60 que «en pleno pasodoble se pusó malísima y le dio un vahído».


En el capítulo de actualizaciones, quizás falta un pelín: «Y bueno, unimos parejas, ¡pero tradicionales, ¿eh?! ¡Hombre y mujer! ¡Aquí nada de tío con tío y tía con tía!», termina Manuel.


La rosa, el clavel y el amor


>Primer paso: brindis. Paso a paso, la ‘Operación Amor’ de la Caravana de Mujeres. «Todo empieza, por la mañana, con un brindis con el alcalde del pueblo que sea, un brindis con limonada. Y si es en un restaurante, pues brindamos allí», dice Manuel.


>Después, a comer. «En la comida, en la mesa, colocamos una rosa y un clavel alternativamente en los sitios, para que los tímidos se mezclen y todos se conozcan».


>Tercero: paseo por el pueblo. «Después nos vamos todos a pasear por el pueblo, o a ver la iglesia que sea, o el museo que sea.¡Hay pueblos muy bonitos por ahí!».


>Y cuarto: al ataque. Después un ínterin para ‘alicatarse’ bien, «y a cenar todos juntos, y luego el baile». Y los pasodobles, y los agarraos, y esos boleros… Y lo que surja.

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