PARÍS – La proliferación del burqa, como vestimenta habitual de algunas musulmanas, no sólo sigue chocando en Francia sino que puede convertirse en claro obstáculo para beneficiarse de ciertas ayudas.
Es el caso de Mehdi y su familia, que ayer revelaba el semanario satírico galo Le Canard Enchaîné. Tras dos tentativas fallidas, confiaban en que la tercera les concediera la vivienda social que esperaban para instalarse en Vénissieux, en la periferia de Lyon. Sin embargo, el pasado verano sumaron una nueva negativa. A diferencia de los anteriores rechazos, esta vez sí supieron el motivo por el que se les denegaba su solicitud. El problema era el burqa de la esposa. Según el organismo gestor de las viviendas sociales, esta vestimenta «caracteriza una práctica radical de la religión incompatible con los valores esenciales de la comunidad francesa y el principio de la igualdad de sexos».
Además, este organismo aduce no sólo un escrupuloso respeto de los valores y principios republicanos sino que se apoya en la jurisprudencia existente para justificar dicha denegación. Concretamente en una decisión del Consejo de Estado que se opuso en junio de 2008 a conceder la nacionalidad francesa a una marroquí por estar «cubierta con un velo integral».
Para la Halde, la Alta autoridad que lucha contra las discriminaciones, la denegación de la vivienda entraría en la definición jurídica de discriminación por razones religiosas. Ahora bien, pese a la insistencia de los servicios de la prefectura, la familia Medhi no ha recurrido a esta Autoridad, que no puede tomar la iniciativa de abrir una investigación, ni tampoco ha renovado su demanda para conseguir un piso.