Costaleros 'sin papeles'
El Mundo, , 10-04-200930 inmigrantes portan dos tronos en una procesión en Melilla Melilla
Como cada Jueves Santo, las inmediaciones de la Iglesia de Santa María Micaela estaban abarrotadas para ver salir de la Casa Hermandad a Jesús Cautivo de Medinaceli y María Santísima del Rocío, dos de los titulares cofrades que más devoción despiertan en Melilla, porque en su procesión se libera a un preso desde hace ya 10 años. Sin embargo, la salida procesional de este año tenía un aliciente más, al ser la primera en acoger a sin papeles del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) como portadores de los tronos, en una muestra más de integración de las que suelen abundar en la sociedad melillense.
De este modo, alrededor de 30 inmigrantes procedentes de diversos países de Africa y Asia, como Nigeria, Uganda, Somalia, Chad, Ruanda, Zimbabwe, India y Pakistán, se convirtieron en los protagonistas de la Semana Santa.
Los inmigrantes, cinco de ellos de origen indio, llegaron a la Casa Hermandad en autobús desde el CETI un poco antes de que comenzara la procesión. Allí, fueron ayudados por el resto de cofrades a vestirse con los trajes de chaqueta, las corbatas, los guantes y los zapatos, comprados para la ocasión por la cofradía, y después se reunieron para rezarle a Jesús Cautivo y a la Virgen del Rocío en la intimidad. Pudo ser ese el momento de rogar ayuda para salir de la situación irregular en la que se encuentran.Días atrás, Obarack, uno de los cofrades inmigrantes, confesó su intención de pedirle al Cautivo que le diera los papeles necesarios para obtener la residencia legal en España.
Durante la procesión, que duró 11 horas, los inmigrantes iban repartidos entre los dos tronos de la cofradía, aunque la gran mayoría iba en el de la Virgen del Rocío, mucho más grande y pesado que el del Cautivo. También había cuatro mujeres inmigrantes que hacían el papel de nazarenas, portando los estandartes de la hermandad, aunque pasaron inadvertidas porque iban cubiertas con capirotes blancos.
Los costaleros parecían haberlo sido toda su vida. La perfección en los pasos, en la forma de mecer las imágenes religiosas sobre sus tronos y en ejecutar las órdenes a las campanadas del capataz fue muy comentada entre los cientos de melillenses que acudieron a ver la procesión. Mucho tuvieron que ver las cuatro semanas de ensayos.
«Yo he venido a ver cómo salen del templo, como todos los años, pero también me pica la curiosidad por ver cómo lo hacen los inmigrantes», comentaba desde el público una ciudadana que aplaudía a rabiar en uno de los momentos más complejos de la procesión: cuando los hombres alzan al cielo a Jesús Cautivo frente al hospital Comarcal.
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