«A los padres les preocupa más que sus hijos anden con inmigrantes que el alcohol»
Polifacética mujer de la cultura, reclama «creernos Vitoria porque estamos al rebufo»
El Correo,
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05-04-2009
Dirigió durante seis años el programa de ocio juvenil nocturno Gauekoak, en Aldabe. Allí trató con muchos chavales, tanto autóctonos como inmigrantes desarraigados. Hace dos meses cerró su galería de pintura, que había inaugurado en 2004. Edita una revista cultural y desde noviembre tiene su propia tienda en la Zapatería. «Soy un culo inquieto», reconoce Raquel Recio, licenciada en Historia del Arte. Y también, añade el entrevistador, una mujer de mente despejada e ideas claras.
- Ex – galerista, propietaria de una tienda en la Zapatería, dinamizadora juvenil durante seis años… ¿Con qué faceta se queda?
- Lo que más me tira es mi época de galerista, el mundo del arte y la gestión de ocio y cultura. Aunque mi vida actual es muy enriquecedora porque tengo negocio propio y doy clases de danza en una escuela, que es volver a mis orígenes, algo que me encanta.
- Por partes. En verano de 2008 dejó Gauekoak, el programa de ocio juvenil en Aldabe. ¿Cómo sigue la iniciativa tras su marcha?
- La verdad es que no sé mucho, sólo lo poco que leo en prensa. Y resalto esto porque no se está haciendo lo suficiente para que los medios traten el programa Gauekoak.
- Tratando tanto tiempo con adolescentes y jóvenes está usted capacitada para elaborar cierto diagnóstico sobre esta población vitoriana. ¿Tienen los padres tantos motivos para preocuparse?
- Hay de todo. He tratado con un tanto por ciento elevado de juventud bastante desarraigada, con problemas familiares, inmigrantes… Yo no entiendo muy bien esa gran preocupación que tienen los padres. Por lo que he vivido en Gauekoak, creo que les preocupa más que sus hijos se relacionen con personas de otras razas que el hecho de que consuman alcohol o estupefacientes los fines de semana, aunque son conscientes de que hacen botellón y toman drogas. He oído, y no me importa decirlo, ‘mi hijo no va a ese programa porque hay moros’. Es muy duro vivir esa realidad. Claro que habrá inmigrantes que hagan cosas malas, pero igual que vitorianos. Siempre estamos con la historia del joven que se droga y que bebe, pero luego te encuentras con otros muy comprometidos en política, asuntos sociales y culturales.
- Ha tocado el tema del alcohol y las drogas. ¿Es alarmante su consumo por parte de los jóvenes?
- Es preocupante. Gauekoak es una alternativa al ocio consumista de alcohol pero, claro, compaginable con beber fuera de Aldabe. Esas dos horas que están viendo un concierto es tiempo que quitan de un mayor consumo y a los chavales se les educa no en la prohibición, pero sí en el consumo responsable.
- En enero cerró su galería de arte. ¿Qué relación guarda la clausura con la crisis económica?
- No puedo hablar de descalabro económico porque nunca perdí dinero con la galería. Pero no daba para vivir, generaba muchos quebraderos de cabeza y la crisis ha influido en parte. En estos tiempos la gente no va a comprar un cuadro. Cuando se empezó a hablar de la recesión se comentaba que los galeristas nos íbamos a forrar porque el personal iba a invertir en arte. Seamos honestos y digamos las cosas como son. La gente no va a invertir en una obra de 3.000 euros, quienes invierten lo hacen a altísimo nivel. Y ese tipo de personas no nota la crisis.
- Exponía pintura figurativa, fundamentalmente.
- Vitoria es una ciudad difícil. Ya lo es para vender arte figurativo, como para meterte en la pintura abstracta. Somos tradicionales y poco arriesgados. Si es que se ve paseando por la calle, hasta en la forma de vestir. Somos muy grises, nos ponemos colores oscuros, muy clásicos. Si vas con un sombrero todo el mundo te mira. Vendía muchos cuadros de la Virgen Blanca en cualquier estación.
- Y ese carácter le duele.
- Sí, me fastidia mucho porque no hay campo de actuación. Me era descorazonador poner una exposición buenísima y que no se vendiera nada. Venía alguien y decía ‘quiero esto’. No podía desarrollar una labor de aconsejar al cliente, de enseñarle otras cosas.
- ¿No se puede vivir del arte en Vitoria?
- A día de hoy, no. Habrá quien lo haga, pero me gustaría saber de qué manera.
- ¿Qué insinúa?
- Me refiero a que hay muchos tipos de galeristas. Yo me considero honesta con pintores y clientes. Y me sorprendo muchas veces de la marcha de otras galerías. Hasta aquí puedo leer.
- Cifre la temperatura cultural de esta ciudad.
- Pues yo diría que fría. Nos preocupamos mucho de los envoltorios de la cultura.
- ¿Del auditorio, por ejemplo?
- Sí. Me parece un error hacer un edificio mastodóntico y con ese coste. El proyecto de Navarro Baldewg está tirado a la basura con el dinero de todos los vitorianos. Eso es indecente, escandaloso. El lugar que han escogido ahora no me gusta y ya que me hagan un edificio donde no podamos ver un ballet o una ópera en condiciones me parece lamentable. Creámonos Vitoria de una vez, es que estamos siempre al rebufo de las otras capitales.
- Hablaba de la dificultad para vender pintura contemporánea. ¿Qué futuro le intuye al Artium?
- Pues creo que muy poco. Sí trae exposiciones buenas, pero igual no son acordes al público vitoriano. Y se ha convertido en lugar de eventos cuando un museo es un museo. Puedes meter otro tipo de actividades culturales, pero el ‘lunch’ de turno no lo veo. Entiendo que es una fuente de financiación y cuando se nos dan los números de asistentes se incluyen esos ‘saraos’. Eso es un engaño.
- Uno mira la agenda cultural del periódico y está repleta de actividades, pero muchos agentes se han quejado tradicionalmente de la descoordinación a la hora de programar.
- Así es. Debería haber una mesa de coordinación, un plan cultural de ciudad con distintos agentes, pero por favor que no pongan siempre a los mismos, que algunos tienen de eso lo que yo de economista. Somos muchos los que nos dedicamos a este tipo de cosas.
Apuesta por el Casco
- Ha abierto su tienda en la calle Zapatería.
- Os he leído a vosotros que quieren hacer de la Zapatería una segunda Correría. A ver si es verdad, que está quedando fenomenal.
- ¿Usted se cree la regeneración del Casco Medieval?
- Yo sí. Gonzalo Arroita me parece un tío fabuloso. Su entrada en la Agencia de Renovación Urbana se ha notado muchísimo y eso que lleva poco tiempo. Abres el periódico y tienes el Casco Viejo permanentemente. Su equipo está generando noticias reales y haciendo una labor estupenda. Además te cuidan muy bien, están pendientes de cómo vas, te presentan gente…
- ¿Y el ciudadano en general confía en esa misma recuperación?
- No, la gente no se la cree, ¡qué va! Muchas personas piensan que la Agencia de Renovación Urbana se ha puesto así para beneficiar a alguien. ¡Cómo somos!
- Dibuje su Casco Viejo ideal para vecinos y visitantes.
- Me gustaría una parte muy comercial porque da vida y otra cultural, un poco ‘hippy’, que dé servicio a la hostelería. También con despachos profesionales, que es lo que pretende Gonzalo, y con entidades bancarias. Hablo con hosteleros amigos a los que les piden que abran por las mañanas. Pero cómo van a hacerlo si no hay una oficina municipal ni un banco con gente trabajando que salga a tomar un café. ¡Si es que no hay un solo cajero automático!
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