Los cementerios de Trípoli están llenos de inmigrantes muertos en el Mediterráneo y devueltos a la orilla
El Periodico, , 04-04-2009“Identidad desconocida”, “ciudadano africano”, o “autoridad portuaria” figuran como epitafios sobre centenares de tumbas en los cementerios de Trípoli, donde los cuerpos de inmigrantes devueltos por el Mediterráneo fueron enterrados sin ceremonia, en el más absoluto anonimato.
Destino cruel e irónico, las tumbas de las víctimas de este sueño europeo son a menudo cavadas o mantenidas por otros candidatos a emigrar, dispuestos, ellos también, a desafiar a la muerte, sobre frágiles barcazas, con el objetivo de alcanzar las costas europeas.
Al fondo del cementerio de Sidi Hamed en Gargaresh, un barrio residencial de la capital libia, una parcela reservada a estas tumbas está cercada por una tapia de ladrillos grises, a salvo de las miradas. “La parte reservada a estos emigrantes es más y más estrecha. Ahora les entierran en otros cementerios”, afirma Ahmed, un egipcio ocupado en cavar una tumba, bajo un sol de plomo.
Él también espera que le llegue el momento de partir. “No he dejado mi país para esto. Es solo una etapa”, explica, mientras afirma que no teme a la muerte. “Si muero, será la voluntad de Dios”. Como Ahmed, más de un millón de inmigrantes están en situación irregular en Libia, dispuestos a intentar una travesía peligrosa hacia las costas italianas o maltesas, según las cifras facilitadas por la Organización Internacional de las Migraciones (OIM).
Mohamed, un nigeriano de 35 años, no ha visto a su mujer ni a su hija desde hace siete. Vino a Libia para buscar trabajo y ahorrar para pagarse el precio de la travesía a Europa, “Unos 2.000 euros”, señala.
“No he podido ahorrar porque tengo que mandar dinero a mi familia cada mes”, dice. “Los libios tampoco nos pagan con regularidad. Y el problema es que no podemos hacer nada, por temor a que nos denuncien a los servicios de inmigración”.
“Es un drama y un círculo vicioso”, estima el representante de la OIM en Libia, Laurence Hart. Según Hart, “el sentimiento de humillación” ante la idea de regresar a su país con las manos vacías fuerza a muchos inmigrantes a quedarse ilegalmente en Libia para intentar cruzar el Mediterráneo hacia Europa.
“Los clandestinos se encuentran en condiciones de extrema vulnerabilidad. No tienen derecho a ninguna asistencia médica, jurídica o en caso de muerte”, lamenta.
Todos cristianos
En el “cementerio cristiano”, donde yacen centenares de soldados italianos y británicos de la segunda guerra mundial, una parcela está también dedicada a los “inmigrantes anónimos”, sepultados así entre los cristianos, fueran cuales fueran sus creencias. Pero si estos inmigrantes han sido inhumados, otros no han tenido el mismo privilegio. El mar no entrega todos los cuerpos.
Peor aún, como ha ocurrido con dos cadáveres encontrados en la playa y guardados desde hace un año en la morgue del hospital de Carabulí, en Trípoli, por falta de autorización para la inhumación, según el director de este establecimiento citado por el diario privado Oéa. “El calvario de las familias es siempre inmenso y el destino de los suyos será siempre un interrogante”, resume un diplomático africano en Trípoli.
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