«En la calle se drogan y llegan fuera de sí»

«Están todo el día con esta frase en la boca: 'Te voy a denunciar'. Tienen una sensación de impunidad total»

Diario Vasco, F.S., 04-04-2009

- Quizá sea anecdótico pero, ¿es cierto que los chicos se han negado a fregar o a calentarse la comida? ¿Ha habido motines por estos hechos?

- M.K: Sí, los ha habido.

- ¿Cómo reaccionáis?

- M.K: Intentamos contener a los cabecillas, a los más violentos. En ocasiones hemos tenido que llamar a la Ertzaintza porque la situación nos desbordaba: rompían las sillas, intentaban agredirnos con palos, con mesas, con lo primero que pillaban.

- ¿Pasáis miedo?

- J.P: Cuando hay un momento de violencia se pasa mucha tensión.

- ¿La droga qué papel juega en estos hechos?

- M.K: En el centro no hay droga, les registramos, pero cuando salen fuera se colocan y cuando vuelven, porque vuelven cuando tienen hambre, llegan eufóricos, fuera de sí. Empiezan a romper, a pegar. Consumen disolventes, un producto legal que pueden conseguir en cualquier sitio. Lo esconden en los alrededores de la vivienda, en matorrales o donde pueden. Mojan los calcetines con el disolvente y los meten dentro de la casa lanzándolos desde fuera hacia las ventanas. Intentamos controlar el perímetro del centro para ver lo que esconden: ha aparecido un portátil, navajas. de todo.

- ¿Si un chaval se quiere ir se va, sin mayores cortapisas?

- J.P: No tenemos potestad para retenerlo.

- Llama la atención la capacidad que tienen para moverse de Deba a cualquier localidad.

- M.K: Normal, han venido desde Marruecos. Además, ellos no se cortan a la hora de montar en un transporte público sin billete.

- ¿Reciben dinero de la Diputación?

- J.P: Sí, una cantidad simbólica, pero sólo los que tienen mejor comportamiento. Dependiendo de la edad, se les entrega entre 10 y 20 euros a la semana.

- La imagen que trasladáis de la realidad del centro es muy dura. ¿Cabe ser optimistas?

- J.P: Llegará el momento en el que asuman que hay normas que respetar. Unos se amoldarán antes que otros, pero con el tiempo la situación se calmará. De hecho, ya está más calmada. Nos tienen que dar tiempo. Son chavales que llevan años haciendo lo que les de la gana y hay que hacerles comprender que no van a seguir así. Les debe quedar claro que las cosas no se solucionan agrediendo a un educador. Que comprendan esta nueva situación requiere un tiempo y que pasemos por momentos muy malos.

- ¿Necesitáis más instrumentos legales para ser eficaces?

- J.P: Tiene que haber cambios legales de forma que se ampare más a los educadores. La labor es dura y poco reconocida.

- Ha habido una denuncia por malos tratos. ¿Qué ocurrió?

- M.K: Lo que pasó es exactamente lo contrario de lo que puede parecer. Los menores fueron los que agredieron a los educadores.

- ¿Por qué os denunciaron?

- M.K: Hay varias denuncias. El motivo puede ser desde la comida hasta el horario. Cualquier cosa puede provocar la agresión hacia nosotros y la posterior denuncia de ellos. La agresión a veces no la ves venir. El otro día a un compañero le dio un puñetazo un menor que estaba sentado tranquilamente delante de él. Sin mediar palabra. Se incorporó y le pegó.

- ¿Tienen apoyo externo para presentar las denuncias?

- J.P: Sí. SOS Racismo con malas artes llegó al centro y se llevó a los chavales para que presentaran la denuncia.

- M.K: Los chicos están todo el día con esta frase en la boca: ‘Te voy a denunciar’. Les dices que tienen que fregar y te responden: ‘No friego, te voy a denunciar’. SOS Racismo no quiere entender que nuestro trabajo no tiene nada que ver con la raza, es un problema de conducta. Los mismos chicos han reconocido en diversos medios que se escapan del centro para robar, para buscarse la vida. Todo esto demuestra que tienen una sensación de impunidad total.

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