«Encauzar a los menores de Deba requerirá tiempo»
«Nos piden resultados a los dos días de abrir el centro, sin valorar que tratamos con chicos muy conflictivos. Necesitamos rodaje, no polémicas»
Diario Vasco,
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04-04-2009
El centro de menores extranjeros de Deba se ha estrenado con polémica. Los chavales tutelados por la Diputación han protagonizado robos, altercados… Un rosario de detenciones. Sobre la cuestión han hablado políticos, alcaldes, ONG, ciudadanos, incluso alguno de los menores allí alojados. Todos, menos los responsables del centro. Su director y uno de los monitores dan por primera vez su versión sobre los hechos. Lanzan un mensaje claro: piden tiempo para encauzar a unos chavales que no dudan en calificar de extremadamente difíciles.
- ¿Qué tipo de menores están residiendo en Deba?
- J.P: Son chicos muy conflictivos. Han generado problemas en los otros recursos por los que han pasado. Han recorrido varios y en ninguno de ellos han permitido un funcionamiento normal. Los chicos que llegan a Deba tienen problemas de conducta. No aceptan las normas. Pretendemos que poco a poco vayan cambiando de actitud, que se incorporen a la sociedad.
- ¿Qué programa siguen?
- J.P: Se intenta trabajar la conducta mediante normas. El centro se ha abierto recientemente y estamos en un momento de pulso. El centro dispone de talleres, huertas… pero se pondrán en marcha cuando se estabilice la conducta de los chavales y controlemos las fugas. La primera labor es lograr estabilidad.
- Se suele criticar que los chavales pasan el día en la calle, que no hacen nada. ¿Es así?
- M.K: Hay que partir del hecho de que no aceptan normas. Les dices que tienen que limpiar cuando terminan de comer o realizar cualquier otra labor y no la aceptan. Nos dicen: ‘Mi padre en mi país nunca me ha mandado, así que vosotros tampoco’. No aceptan las reglas y a veces nos agreden. En ocasiones, suben al monte y nos lanzan piedras. Si uno se descuida, le dan una paliza.
- ¿Si esta es la actitud, hay solución para estos chicos o estamos ante un callejón sin salida?
- J.P: No son irrecuperables. Hay que modificar la conducta, para que ese chaval pueda vivir en sociedad.
- Pero este cambio requiere un periodo largo…
- J.P: Efectivamente, necesitamos tiempo. Al principio, se mantiene un pulso. No aceptan las normas. Tienen que dar pasos poco a poco: fregar, mantener un orden dentro de la casa… Se trata de consolidar una pauta, una rutina, unos horarios. Poco a poco se va moldeando la conducta. El chaval se tiene que ir dando cuenta de que aquí no puede hacer lo que quiera. Debe asumir que hay normas. Este es un centro distinto. No se consienten malas conductas, no se permite una agresión a los compañeros, no se pasan por alto las obligaciones.
- ¿Van a entrar por este sendero, si están tan acostumbrados a pasar de todo?
- M.K: Eso esperamos. La sociedad nos tiene que dar tiempo. El centro está en rodaje. En Vizcaya tuvieron los mismos problemas que aquí. Hace dos años y medio abrieron un centro como el de Deba y la situación ha mejorado, pero necesitaron un tiempo para trabajar con los chicos. Aquí se nos piden resultados a los pocos días de empezar el programa, con el problema añadido de una polémica enorme, presión social, presión mediática… Lo primero que tenemos que pedir es que nos dejen trabajar.
- ¿A la hora de tener que enfrentaros a una actitud violenta, con qué límites legales os encontráis?
- J.P: El límite es la ley. Si un chico muestra un comportamiento violento hacia sí mismo, hacia sus compañeros o hacia los educadores, la respuesta es sujetarlo hasta que se tranquilice.
- ¿Disponen de alguna sala especial donde recluirlo?
- J.P: No. Se le aparta del resto y se le contiene en el suelo, para que la actitud no se contagie al resto. Esta contención puede durar mucho rato. Son situaciones muy muy duras.
- ¿Qué personal está en el centro en cada turno y a cuántos chicos atiende?
- J.P: El responsable y cinco educadores, más tres guardas jurados. Ahora hay 19 chavales.
- A la vista de los robos y otros delitos cometidos por estos chicos en diversos municipios, hay quien señala que el modelo de Deba ha fracasado…
- J.P: El centro se abrió el 16 de febrero y en los temas de intervención social no se puede esperar que las cosas funcionen un día después. Necesitamos un periodo de rodaje para que el equipo y los menores se asienten. En los pocos días que llevamos trabajando, estamos cumpliendo los objetivos. El equipo funciona bien y los menores van respondiendo. Hay que subrayar que la gran mayoría de los menores que se encuentran en otros recursos se benefician de la existencia del centro de Deba. Este recurso propicia que los 180 chavales repartidos en otros centros aprovechen las oportunidades. No están siendo amargados por los chicos más conflictivos. Al sacarlos de ahí, propicias que el resto funcione. Esto es lo importante.
- ¿Cuando les explicáis a estos chavales la oportunidad que tienen de estudiar, de aprender un oficio, qué os responden?
- M.K: No lo aceptan, aunque no todos los casos son iguales. Depende de la mentalidad de cada uno. Les hablamos uno a uno. En grupo es imposible. Siempre hay uno más rebelde, el líder, que contagia a los demás. Han estado en otros centros donde recibían dinero, cursillos… pero tampoco han sabido aprovechar la oportunidad. Todo lo contrario, han generado conflictos, han provocado un cierto rechazo social hacia nuestros pisos, también hacia los magrebíes sin distinción… Algunos están enganchados a la droga, al disolvente… se ponen fuera de sí.
- ¿Si el centro de Deba fuera cerrado, facilitaría vuestro trabajo?
- J.P: Se evitarían las fugas, pero estos chicos por ley tienen que estar en un centro abierto. No podemos retener a alguien que se quiere marchar.
- ¿Si os dieran la opción de que fuera cerrado, la aceptaríais?
- J.P: La ley no da esta opción. La ley lo que pretende es proteger a los menores, modificar la conducta, no encerrarlos. En Gipuzkoa disponemos de un centro cerrado, el de Zumarraga, pero corresponde al juez decidir qué chicos tienen que ir allí. La función punitiva no nos corresponde a nosotros. Lo que necesitamos es un centro aislado, tranquilo y tiempo para que los ciudadanos vean que el programa funciona.
- Veo cierto enfadados ante las críticas vertidas en los últimos días hacia su labor…
- J.P: Es verdad que hemos recibido críticas, pero nadie nos ha llamado para pedir nuestra versión. Hubiera sido mejor para todos que la gente que ha opinado sobre el centro, se hubiera informado de la situación de los menores. Qué menos que tener la dignidad de llamarnos y preguntarnos si era verdad lo que contaban los chavales. Mejor disponer de información veraz antes que lanzar soflamas fáciles, incendiarias y falsas.
- ¿Os referís a SOS Racismo?
- J.P: Me refiero a todos aquellos que han dudado de la profesionalidad de los educadores. Nos han acusado de ejercer malos tratos. Esto es aberrante. Ya no solo critican nuestra profesionalidad, sino también nuestra moralidad.
- ¿Queréis transmitir algún mensaje a los guipuzcoanos?
- J.P: Los ciudadanos deben estar tranquilos. La situación se irá relajando. Los chavales nos están echando un pulso. Tenemos que demostrarles que con una conducta violenta no se consigue nada.
- Sí pero, para el irreductible, para que el que no quiere saber nada de inserción ¿qué está previsto?
- J.P: La aplicación de la ley. Y ahí poco tenemos que decir.
- ¿De qué depende que un menor vaya al centro de cerrado de Zumarraga o no?
- J.P: El juez valora el tipo de faltas o delitos y si debe ir a Zumarraga. La acumulación de denuncias puede provocar que un chaval vaya a Zumarraga, pero depende del juez.
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