Masacre en un centro de inmigrantes

Un joven armado mataal menos a 12 personas al irrumpir a tiros en un local cívico neoyorquino

El Correo, MERCEDES GALLEGO, 04-04-2009

Una calle arbolada junto al río. Una asociación cívica dedicada a «fomentar el espíritu de hermandad entre las naciones y los pueblos». El sitio menos pensado para la masacre de al menos doce muertos que protagonizó ayer un hombre armado de origen asiático en el pueblo de Binghamton, dentro del estado de Nueva York, a tres horas de la Gran Manzana. El asesino se quitó la vida de un tiro en la cabeza horas después.

John Viall no podía creerse que alguien quisiera matar a la gente de la American Civic Association, que tanto le ayudaron a traer a su esposa de China. Había muchos como él que ayer se deshacían en palabras de elogio por el trabajo que realizaba esta organización con los emigrantes desde que se fundó en 1939. Su propósito, «promover el entendimiento político, religioso y racial», pero también ayudar a los inmigrantes a obtener la ciudadanía y a integrarse.

Ayer, cuando un hombre de 42 años entró a tiros a las 10.30 horas repartiendo muerte, el centro impartía clases para quienes iban a realizar el examen de ciudadanía. Los testigos cuentan que todos salieron corriendo despavoridos. Y quienes no lograron huir se escondieron donde pudieron. Quince en un armario, veintiséis en el cuarto de la caldera. La Policía estimaba que el francotirador podía tener como rehenes a alrededor de cuarenta personas.

Intérprete vietnamita

Tuong Hung Nguyen, profesor de una escuela comunitaria de la zona, fue reclutado por las autoridades para servir como intérprete en las negociaciones, por lo que se deducía que el asesino era vietnamita como él. El joven criminal, de entre 1,73 y 1,83 de altura, vestía una chaqueta verde de nylon y gafas de pasta negra. Dicen que dejó el coche bloqueando la puerta trasera, bien para atrapar a sus víctimas o porque llegó demasiado alterado como para aparcarlo apropiadamente. Lo cierto es que ésa fue la primera pista que obtuvo la Policía para averiguar su identidad, que al cierre de esta edición no se había hecho pública.

«Es una tragedia terrible en la que han muerto doce o trece personas», informó consternado el gobernador del estado, David Patterson. «Es una situación horrible. No tenemos mucha información además de que se han perdido vidas y no hay razón ni excusa para este brutal tiroteo».

Testigos aseguraron al periódico local ‘Press & Sun Bulletin’ haber visto hacia las 13.30 horas cómo la Policía obligaba a punta de pistola a una veintena de rehenes a que se tiraran al suelo. Aparentemente el miedo a que el asesino y sus posibles cómplices se escondieran entre ellos obligó a tratarlos a todos como sospechosos y a sacar a algunos esposados. La multitud que aguardaba fuera conteniendo la tensión estalló en aplausos al pensar que eran los criminales, pero todavía habría que esperar hasta que el verdadero francotirador se quitara la vida.

«¡Jo, tío! Hay equipos antidisturbios, FBI, francotiradores en los tejados. ! ¡Esto es de verdad! Nunca había visto tantos policías juntos en mi vida!», contó a la CNN un joven que aguantaba bajo la lluvia para ver una escena de película que el pueblo no acababa de creerse.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)