«No es ni la mitad de lo que se está diciendo», aseguraba ayer la madre de Rodríguez Parga en la casa de Abegondo. Frente a ello, el confinamiento, explotación y vigilancia reveladas en la instrucción recuerdan a una retención alentada con «incentivos» económicos: las «mamis» o «madames» cobraban un fijo, pero también recibían comisiones en función del número de servicios realizados por las mujeres en su turno de trabajo, hasta 20 al día por chica en algunos casos. La mayor de las diez liberadas no superaba los 25 años y todas tienen familia, en su mayoría hijos pequeños, a los que mantener en Sudamérica, sobre todo Brasil.