Una Europa que avanza marcha atrás
Diario de noticias de Gipuzkoa, 30-03-2009“esto es una carrera de fondo”, espetó ayer el representante de SOS Racismo Agustín Unzurrunzaga, sabedor de que la batalla por que todas las personas, independientemente de su origen o color de piel, tengan igualdad de derechos y de oportunidades no se gana en dos días.
Precisamente por eso, la Marcha contra el Racismo y la Xenofobia, que se celebró entre el barrio pasaitarra de Trintxerpe y el Boulevard de Donostia, cumplió ayer su duodécima edición, con energía renovada y nuevas reivindicaciones.
El lema elegido para esta ocasión fue La Europa de la vergüenza , haciendo referencia a uno de los “tres ejes” que, según anunció Unzurrunzaga, más “preocupan” a las personas que defienden los derechos de los inmigrantes. Por un lado, la conocida como Directiva de la Vergüenza y determinados pactos de inmigración y asilo acordados por diferentes gobiernos, ya que todo ello sólo sirve para promover “políticas restrictivas”.
Bien lo sabe Momo, secretario de la Asociación de Senegaleses de Gipuzkoa Elkar Amets. Ayer, junto a varios compañeros, no quisieron dejar de lado la oportunidad de asistir a la manifestación y denunciar que esas iniciativas políticas no sirven más que para hacer que las personas inmigrantes tengan que marcharse del país en el que pretenden llevar una nueva vida.
Junto a él ondeaban banderas de diferentes países cuyos oriundas forman parte ya del entramado social vasco. Entre ellos, una mujer de origen colombiano se mostraba muy crítica con los propios inmigrantes. “A veces es una cuestión de esfuerzo, porque algunos ni siquiera buscan trabajo”, reflexionaba a la vez que aseguraba que la sociedad vasca, sobre todo la gente más mayor, sigue siendo “bastante” racista, según su propia experiencia como empleada en una residencia.
A ritmo de batukada, los manifestantes llegaron al Boulevard a las 13.30 horas, media hora más tarde de lo previsto. Unzurrunzaga leyó a los pies del quiosco del Boulevard un comunicado en el que expresó las reivindicaciones de la marcha.
Además de criticar la directiva europea, rechazó el anteproyecto del de reforma de la Ley de Extranjería que, “si ya era mala”, lo que quieren hacer ahora es, en su opinión, “endurecerla” recortando los derechos de las personas inmigrantes para “dificultar la reagrupación familiar y criminalizar la solidaridad”.
ante la crisis Uno de los manifestantes, Karem, natural de Marruecos, acaba de conseguir traer a su esposa e hija a Donostia, donde vive desde hace ocho meses, aunque lleva ya seis años residiendo en el Estado. “Es una vida muy dura”, aseguraba ayer y la responsabilidad es mayor cuando se tiene a la familia cerca, “aunque así se gasta menos”, reconoció al no tener que hacer frente al envío de dinero a su país.
Este donostiarra de origen marroquí señaló que en la sociedad vasca ha encontrado el calor de la gente. “A los pocos día de llegar me ofrecieron un trabajo de guarda de seguridad” que hace contento, porque, al menos, puede llevar una vida más o menos normal.
Pero no todos tienen esa suerte. Como recordó la colombiana Gabi Grueso, quien lleva ya “siete años y cuatro meses” residiendo en Donostia. Esta mujer aseguró que los inmigrantes se encuentran con situaciones “complicadas” al intentar acceder a un trabajo. “Les dicen que no hay, pero cuando va uno de aquí, se lo dan”, denunció como el doble trato que reciben alguna personas.
Eladia Calderón, dominicana que reside en Donostia desde casi un año, sabe cómo es estar en esa situación. Se encuentra en paro y denunció la falta de oportunidades para los extranjeros. Otra participante en la marcha, de origen nicaragüense, ni siquiera quería hablar. “Ya sabes, no tengo papeles, no puedo salir en el periódico”, comentó la mujer, que está en estado de buena esperanza.
Y, precisamente los efectos de la crisis en la población inmigrante, fue el tercer punto reivindicativo. Según advirtió el representante de SOS Racismo, muchos tienen grandes “dificultades para poder renovar los permisos de trabajo y de residencia”. A veces, porque ni siquiera llegan a los mínimos exigidos, lo que demuestra “la precariedad laboral en la que se encuentran”. Y sin embargo, como recordó Grueso, “trabajamos como todos y aportamos a la sociedad y a la Seguridad Social”.
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