DV. El alcalde de Deba Jesús Mari Agirrezabala se reunirá el lunes con la diputada de Política Social, Maite Etxaniz, para tratar la escalada de delitos a manos de los jóvenes extranjeros. La institución foral cuenta con un agroturismo en el barrio de Endoia donde alberga a alrededor de 22 jóvenes. A esta entrevista acudirán también una representación de vecinos de la zona y a la primera edil de Zestoa, Alazne Olaizola.

Agirrezabala solicitará una mejor distribución de estos inmigrantes en Gipuzkoa, ya que como alcalde no puede admitir que «casi la totalidad de menores con graves problemas de conducta estén acogidos en Deba», y recuerda que la Diputación pide al Gobierno español lo mismo en lo que se refiere al Estado.

El primer edil reconoce que el departamento territorial «está llevando a cabo un gran esfuerzo para prestar la necesaria protección a los menores» y comparte sus planteamientos cuando pide cambiar la legislación vigente, pero «en Deba no podemos esperar hasta que ese cambio se produzca y así reducir los constantes problemas que están sufriendo mis vecinos. Ese tiempo de cambio de ley es incalculable y el conflicto lo tenemos que paliar de inmediato con una mejor distribución en el Territorio». El Ayuntamiento, en colaboración con la Ertzaintza, se encuentra realizando un seguimiento de los delitos cometidos por estos extranjeros y «tanto la cantidad como su tipología resultan preocupantes».

El alcalde indica que colaborará con la Diputación de Gipuzkoa en la gestión de este asunto, pero al mismo tiempo reivindicó que «resulta necesario establecer de inmediato medidas correctoras a nuestro alcance para paliar estos niveles alarmantes de delitos que se están produciendo en la localidad».

En desacuerdo

Las declaraciones emitidas por SOS Racismo sobre el maltrato que padecen los mejores extranjeros por parte de los educadores no son compartidas por Jesús Mari Agirrezabala. En su opinión, «ocultan una gran verdad, ya que los educadores han interpuesto denuncias contra los jóvenes por agresiones sufridas cuando les dijeron que no podían irse del centro».