Chus Gutiérrez explora la vuelta a casa de una inmigrante en «Retorno a Hansala»
El camino inverso a la patera
La Razón, 27-03-2009Ya nos había contado el cine español («14 kilómetros», 2007) el viaje que lleva a una patera, ahora con Chus Gutiérrez emprende el camino de vuelta: Leila (Farah Hamed), una inmigrante marroquí, quiere devolver a sus padres el cadáver de su hermano, ahogado mientras viajaba en la embarcación ilegal cuyo viaje ella misma le había financiado. Tan real como que está inspirada en un recorte de periódico. Pero como la realidad es aún más sorprendete, Leila tuvo que viajar acompañada por Martín (José Luis García Pérez), dueño de una funeraria a punto de quebrar que ve en los traslados póstumos al Magreb su única esperanza para salvar el embargo que pesa sobre el tanatorio. Los trámites con el cadáver en la aduana son sólo una anécdota comparada con la miseria que presenciará el español; sin embargo, descubrirá que la solidaridad es más frecuente entre los que menos tienes y fortalecerá sus vínculos con la atractiva Leila. Es decir, el drama no impide que se cuelen sonrisas y cierta miradas de esperanza: «Uno sale del cine mejor que entra», advierten los productores.
Rodar en Hansala
Ese pulso de documental que late tras la ficción ha sido alabado en un buen número de festivales, desde Toronto a El Cairo sin olvidar Valladolid. Para lograrlo, Cgus Gutiérrez se sumergió en documentación y viajó varias veces hasta Hansala. Admite que las condiciones del rodaje en una aldea tan mísera no fueron las ideales: «Filmamos en idiomas que no conocíamos, como árabe y bereber, con actores no profesionales, tuvimos lluvias en el poblado durante once días seguidos… Es complicado llegar a un lugar y poner una cámara donde nadie ha visto una, pero intentamos que fuera un rodaje humano». De hecho, tuvieron que hacer comprender a los habitantes de la aldea que debían cobrar por los trabajos que realizaran, a lo que se negaban en redondo poe considerar al equipo sus invitados. Farah Hamed aporta su acento árabe al personaje, pero no sus vivencias: «Soy de origen marroquí, pero tengo un pasaporte español que me ha salvado la vida desde pequeña», admite La actiz. Denuncia la falta de respeto y la ignorancia sobre los hábitos del otro: «Cuando alguien de una cultura diferente llega aquí y su código no vale, la sociedad además te rechaza y uno se crea su coraza. El respeto y la cultura ayudaría a entendernos». Concluye, tras una reflexión basada en la experiencia propia de ser la única niña marroquí de su clases durante años que «no somos tan diferentes, aunque unos lleven velo y otros capirotes por Semana Santa».
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