El mejor político no es el que resuelve los problemas sino el que es capaz de anticiparse a ellos. Esto viene al hilo del problema que se está dando últimamente con los menores tutelados. Parece ser que la culpa no es de la Diputación, ni de los ayuntamientos, ni de la Ertzaintza, ni de los jueces, sino de las leyes que hay respecto a este tema, las cuales provocan en la práctica una situación de vacío e impunidad absolutas. El hecho es que el problema está ahí y su evolución va a ser, sin duda, creciente en lo negativo. Hay que modificar lo que sea en nuestro sistema y hay que hacerlo, además, ya. La política de una cierta falsa moral, el buen rollito, mirar hacia otro lado ante el problema generado por estas personas, la aplicación, posiblemente equivocada, del concepto de lo que supone realmente la tolerancia y la actuación de un colectivo perfectamente conocedor de las carencias, lagunas y derechos que les otorga nuestro sistema, supone un fracaso anunciado y constatado que hará que cada vez haya mas xenofobia, hartazgo y, en definitiva, racismo por parte de quienes sufren tan a menudo este problema y que tampoco tienen culpa alguna de él. En definitiva, de seguir así se conseguirá, precisamente, lo contrario de lo que supongo que se pretendía.