La llegada a Canarias de menores extranjeros no acompañados en los cayucos es una de las formas de asegurar el futuro en Europa para aquellos niños que se embarcan en expediciones clandestinas, algo que es de sobra conocido en África, como se sigue comprobando en estos días, porque, de acuerdo a los testimonios de observadores internacionales en la costa africana, otros 33 menores de edad esperan en Nuadhibú para salir en breve hacia las Islas.

Las mismas fuentes explicaron que la embarcación también está preparada, a la espera de que el responsable de la expedición instalase en ella el motor, que se compra en el mercado negro. Esta operación se realiza a última hora y con rapidez, con el fin de no levantar sospechas sobre una posible salida clandestina.

Los menores mauritanos que ya han apalabrado su viaje son, en apariencia, de escasa edad. Así se les asegura su permanencia en España y también que no quepa duda de que realmente son niños.

La confirmación exacta de los años que tienen los menores africanos es una cuestión que ha traído de cabeza durante mucho tiempo a las administraciones canarias, hasta que se instauró un protocolo médico para verificarla, mediante una prueba ósea de la muñeca, que es más fiable.

Un caso curioso es el del último cayuco que alcanzó las costas de El Hierro, el pasado 10 de marzo, con 65 personas a bordo, de las que, en un principio, los servicios de rescate identificaron a 43 como menores de edad.

Un día más tarde se precisó que la cifra de niños se reducía a 14, pero la Delegación del Gobierno en Canarias envió un comunicado, la pasada semana, señalando que sólo uno de los ocupantes de esa embarcación era menor de edad.

La Policía dividió ese grupo en dos para proceder a su internamiento en un centro de retención.

Once de ellos ya están en Hoya Fría (Tenerife) y el resto fue trasladado a El Matorral, en Fuerteventura. El personal de Hoya Fría reconoce que los inmigrantes que ingresaron procedentes del cayuco de El Hierro “tienen una cara de niño impresionante”.