Las bandas de la ´banlieue´ cambian piedras por armas

La Vanguardia, , 17-03-2009

Aumentan los tiroteos contra la policía en los barrios

LLUÍS URÍA – París. Corresponsal

Diez policías resultaron heridos la noche del pasado sábado en un barrio de Les Mureaux
Una noche cualquiera de un sábado cualquiera en los alrededores de París, una llamada banal denunciando el incendio intencionado de un vehículo – cerca de 40.000 coches arden cada año en Francia-,una banda de jóvenes enmascarados apedreando y lanzando cócteles molotov contra la policía desplazada al lugar… El guión se ha representado cientos de veces en la agitada banlieue de la capital francesa. Sólo que el pasado sábado, en un barrio difícil de Les Mureaux, al noroeste de París, un tirador apostado en un talud y armado de un fusil de repetición comenzó a disparar contra los policías, armados únicamente con balas de goma y granadas lacrimógenas, con un resultado de diez agentes heridos leves. La ministra del Interior, Michèle Alliot-Marie, en visita a Les Mureaux, calificó el acto de “inadmisible”.

Esa misma madrugada, a 70 kilómetros de allí, en Montgeron, al sudeste de París, unos desconocidos dispararon con una escopeta de caza contra la comisaría de policía, donde dejaron hasta 150 impactos de pequeños plomos en la fachada del edificio. No hubo heridos.

Las causas directas de tales acciones de violencia parecen repetir también el manual. En el primer caso, la muerte de una figura del barrio de Les Musiciens, muerto tras una persecución de coche por agentes de la brigada criminal (lo que ya había provocado diversos incidentes a lo largo de la semana y un primer policía herido por una bala de 12 mm.) En el segundo caso, aparentemente, la detención de cuatro jóvenes por la agresión contra un adolescente, quemado en la cara con una pistola de gas.

Ambos sucesos ilustran la escalada de violencia registrada desde hace año o año y medio en las barriadas marginales de las ciudades francesas, los llamados “barrios sensibles”. No es que hayan aumentado los recurrentes enfrentamientos con la policía, pero se han agravado considerablemente con la aparición regular de armas de fuego. “Se ha levantado un tabú”, apuntaba ayer en el diario Le Monde un investigador de la Subdirección de Información General (SDIG); “ha saltado un cerrojo psicológico”, comentaba otro responsable policial.

El salto cualitativo de las piedras a las armas se dio en los disturbios de noviembre del 2007 en Villiers-le-Bel, al norte de la capital. La revuelta fue sofocada rápidamente con un despliegue policial impresionante – Nicolas Sarkozy, ya presidente, no quería que se repitiera el incendio social del otoño del 2005-,pero la policía salió de la experiencia gravemente preocupada: 70 de los 130 agentes heridos en los enfrentamientos lo fueron por arma de fuego, algunos seriamente.

Desde entonces, los disparos han empezado a hacer aparición de forma sistemática: en marzo del 2008, por ejemplo, cinco policías resultaron heridos por escopeta de caza en Viry-Châtillon,y cuatro más sufrieron la misma suerte en el barrio de La Grande Borne, en Grigny. Las armas aparecieron también en los recientes disturbios en las islas antillanas de Guadalupe y Martinica. “No vamos a aceptar que nos disparen como a conejos”, ha advertido un dirigente sindical policial.

  • Las bandas de la ´banlieue´ cambian piedras por armas – LLUÍS URÍA
  • La crisis se esconde en una matrioska – GONZALO ARAGONÉS
  • Responsabilidad penal a los 13

Las bandas de la ´banlieue´ cambian piedras por armas

Aumentan los tiroteos contra la policía en los barrios

LLUÍS URÍA – París. Corresponsal

Diez policías resultaron heridos la noche del pasado sábado en un barrio de Les Mureaux
Una noche cualquiera de un sábado cualquiera en los alrededores de París, una llamada banal denunciando el incendio intencionado de un vehículo – cerca de 40.000 coches arden cada año en Francia-,una banda de jóvenes enmascarados apedreando y lanzando cócteles molotov contra la policía desplazada al lugar… El guión se ha representado cientos de veces en la agitada banlieue de la capital francesa. Sólo que el pasado sábado, en un barrio difícil de Les Mureaux, al noroeste de París, un tirador apostado en un talud y armado de un fusil de repetición comenzó a disparar contra los policías, armados únicamente con balas de goma y granadas lacrimógenas, con un resultado de diez agentes heridos leves. La ministra del Interior, Michèle Alliot-Marie, en visita a Les Mureaux, calificó el acto de “inadmisible”.

Esa misma madrugada, a 70 kilómetros de allí, en Montgeron, al sudeste de París, unos desconocidos dispararon con una escopeta de caza contra la comisaría de policía, donde dejaron hasta 150 impactos de pequeños plomos en la fachada del edificio. No hubo heridos.

Las causas directas de tales acciones de violencia parecen repetir también el manual. En el primer caso, la muerte de una figura del barrio de Les Musiciens, muerto tras una persecución de coche por agentes de la brigada criminal (lo que ya había provocado diversos incidentes a lo largo de la semana y un primer policía herido por una bala de 12 mm.) En el segundo caso, aparentemente, la detención de cuatro jóvenes por la agresión contra un adolescente, quemado en la cara con una pistola de gas.

Ambos sucesos ilustran la escalada de violencia registrada desde hace año o año y medio en las barriadas marginales de las ciudades francesas, los llamados “barrios sensibles”. No es que hayan aumentado los recurrentes enfrentamientos con la policía, pero se han agravado considerablemente con la aparición regular de armas de fuego. “Se ha levantado un tabú”, apuntaba ayer en el diario Le Monde un investigador de la Subdirección de Información General (SDIG); “ha saltado un cerrojo psicológico”, comentaba otro responsable policial.

El salto cualitativo de las piedras a las armas se dio en los disturbios de noviembre del 2007 en Villiers-le-Bel, al norte de la capital. La revuelta fue sofocada rápidamente con un despliegue policial impresionante – Nicolas Sarkozy, ya presidente, no quería que se repitiera el incendio social del otoño del 2005-,pero la policía salió de la experiencia gravemente preocupada: 70 de los 130 agentes heridos en los enfrentamientos lo fueron por arma de fuego, algunos seriamente.

Desde entonces, los disparos han empezado a hacer aparición de forma sistemática: en marzo del 2008, por ejemplo, cinco policías resultaron heridos por escopeta de caza en Viry-Châtillon,y cuatro más sufrieron la misma suerte en el barrio de La Grande Borne, en Grigny. Las armas aparecieron también en los recientes disturbios en las islas antillanas de Guadalupe y Martinica. “No vamos a aceptar que nos disparen como a conejos”, ha advertido un dirigente sindical policial.

HISTORIAS DEL MUNDO

Sin turistas, las tiendas de souvenirs han dejado de vender los recuerdos rusos más típicos. El sector de las matrioskas y los samovares espera la ayuda del Gobierno

La crisis se esconde en una matrioska

GONZALO ARAGONÉS – Moscú.Corresponsal

Antes, el 30% de las matrioskas se vendía en el extranjero; hoy, llenan los almacenes
Hace mucho tiempo que no se ve por el mercado de souvenirs de Izmailovo a turistas extranjeros buscando esas muñecas de madera, regordetas y con los mofletes colorados para llevárselas a casa como recuerdo de su viaje a Rusia. Al menos, no tantos como antes. La matrioska, la típica muñeca rusa que guarda otras seis o más en su interior, es la última víctima de la crisis económica.

Los productores de matrioskas y otros souvenirs típicos se han puesto a la cola junto a banqueros, supermercados, productores de armas, oligarcas o fabricantes de coches para pedir ayuda al Estado y sobrevivir. Sus ventas cayeron entre un 30% yun40% en noviembre y diciembre. En enero, comenzaron a reducir sueldos y en febrero, algunos están casi parados. “Las ventas se han derrumbado. No recibimos pedidos de las tiendas de souvenirs rusas, ni del extranjero, y tenemos todas las matrioskas en los almacenes”, explica Andrei Dobrojotov, director financiero de la Planta de Pinturas de Jojloma, el mayor fabricante de matrioskas del país, situada en la ciudad de Semionov, en la provincia de Nizhni-Novgorod.

Él y representantes de otras 19 empresas han venido a Moscú para hablar con el Gobierno. El ministro de Industria, Viktor Jristenko, ha prometido ayudar al sector comprando matrioskas y otros souvenirs por valor de mil millones de rublos (unos 22 millones de euros). En este paquete se incluirán todos aquellos recuerdos considerados un símbolo de Rusia en el exterior, como los samovares, los bordados o las cuberterías de madera pintadas con la técnica jojloma (colores rojo, negro y oro). Antes de la crisis los fabricantes de estos productos típicos enviaban el 30% de su producción al extranjero.

Dicen que el creador de las matrioskas, Serguei Malyutin, se inspiró en unas muñecas japonesas de madera para fabricar la primera en 1890. Años después otros artesanos le imitaron.

En Rusia hay 240 empresas y 30.000 empleados dedicados a fabricar el cuerpo regordete de las matrioskas y a decorarlas con diversas temáticas. La más conocida es la campesina rusa con pañuelo y sarafán (vestido tradicional). La más sencilla puede costar en Izmailovo, al este de Moscú, 300 rublos (6 euros). En los últimos años son muy populares las que representan a los presidentes rusos o los jerarcas soviéticos.

En la primera muñeca está pintado el actual presidente, Dimitri Medvedev. Se abre y aparece Vladimir Putin. Otra vez, y Boris Yeltsin, Mijail Gorbachov… y puede aparecer hasta el frondoso bigote y la pipa de Stalin. Estas cuestan 500 rublos (11 euros).

Pero hoy, dentro de una matrioska sólo hay crisis y miedo al desempleo. La Planta de Pinturas de Jojloma ha reducido el salario de sus 1.100 empleados, que ahora sólo trabajan cuatro días a la semana, un 20%, hasta los 6.800 rublos (151 euros).

Responsabilidad penal a los 13

El proyecto de reforma del Código Penal en lo relativo a los menores de edad presentado ayer por la ministra de Justicia, Rachida Dati, establece por primera vez en Francia los 13 años como la edad legal de responsabilidad penal. Hasta ahora, no había en la legislación francesa una edad “general” de responsabilidad penal, algo que quedaba al criterio de los jueces en función de la capacidad de discernimiento del menor. Lo que sí era posible ya en Francia era el encarcelamiento de menores a partir de los 13 años, límite que se va a mantener, después de que el primer ministro, François Fillon, se mostrara hostil a rebajarlo a los 12 años, en contra del criterio de Dati. Desde el año 2002, la delincuencia protagonizada por menores ha subido un 12%.

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