Más de 4.000 inmigrantes piden un mediador cultural

El Mundo, GEMMA ALEMAN, 16-03-2009

Un centenar de profesionales traducen y convencen a extranjeros para que asuman el diagnóstico de sus médicos Barcelona


Las consultas médicas y los hospitales catalanes reciben diariamente la visita de ciudadanos procedentes de otros países, lo que implica que muchos facultativos tengan graves dificultades para comunicarse.«Una mujer estuvo horas intentando hacerle entender al médico lo que le pasaba. Cuando yo llegué, el problema se solucionó en un momento». Fátima Souki es una de los 110 mediadoras que trabajan en los quince centros médicos y 53 hospitales catalanes a los que da cobertura la red de mediadores interculturales que impulsa la Generalitat. Más de 4.300 inmigrantes, mayoritariamente magrebíes, asiáticos y subsaharianos solicitaron el año pasado la ayuda del intérprete.


Aunque el trabajo del mediador se basa en la traducción, son muchos los casos que superan ese rol. «La cultura del inmigrante y la del médico es muy diferente, así que a menudo tengo que ayudar a convencerle para que se sometan a tratamientos vitales para su cura», explica la mediadora del Hospital Joan XXIII de Tarragona, de origen magrebí. «Yo soy como ellos, entiendo su lengua y su cultura, eso me da ventaja para ayudar al médico».


El trabajo del mediador no se acaba en el hospital ya que en función de la gravedad de la enfermedad es necesario un seguimiento del paciente. «Todos podemos elegir lo que queremos hacer con nuestra salud, pero no podemos poner en riesgo a los demás», reconoce. Souki recuerda el caso de un paciente con tuberculosis «que estaba poniendo en peligro a su familia porque no se tomaba la medicación. Al final lo logramos».


Además del idioma, las diferencias culturales son habitualmente una barrera entre el médico y el paciente. «Soy rumano y trato con gente de etnia gitana de mi país, un colectivo que acostumbra a visitar muy poco al médico», reconoce Dragos Alexandru Tudorna, mediador en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona. Explica que «muchos llegan con enfermedades terminales que, seguramente, hubiesen tenido solución si hubieran venido antes». Recuerda el caso de una pareja que tuvo un hijo «con malformaciones porque no se había hecho nunca una ecografía» o el de un paciente «con una hepatitis demasiado avanzada». Fátima Souki también reconoce sentirse sorprendida con muchos de los inmigrantes de su país que llegan a las consultas catalanas. «Una mujer no creía que tuviera diabetes y justificaba su malestar porque tenía un diablo en el cuerpo. Decía que el médico no la ayudaría, que sólo lo podía hacer el curandero», comenta la mediadora. En su opinión, «tienen una mentalidad muy cerrada y, aún siendo de su misma cultura, no siempre logras convencerles».

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