La nieve fue bendición para jornaleros en EUA

La Prensa Gráfica, 03-03-2009

 

Aníbal Rodríguez recibió el día parado en la calle, como todos los días, pero con 32 centímetros de nieve bajos sus pies y a ocho grados bajo cero. Hace tres años, el unionense, originario del cantón Jagüey, recibía el día a 36 grados subido en una lancha, listo para salir a pescar, hasta que por deudas perdió la lancha y no vio otra salida que emigrar a EUA.

 

“Este frío es terrible, no es como allá, que es bien caliente todo el año”, decía el hombre de 36 años mientras paleaba el manto blanco que cubría la entrada de un edificio de apartamentos en Culmore, Virginia, el primer trabajo que tiene en dos semanas.

 

Aníbal era parte de una cuadrilla, casi todos salvadoreños, contratados por el día para limpiar los accesos por $30 cada uno.

 

Gran parte del noroeste de Estados Unidos amaneció el lunes cubierto de nieve. En Washington, las autoridades municipales declaraban emergencia ante la que se convirtió en la peor tormenta invernal de los últimos tres años, que dejó casi 32 centímetros de nieve en el suelo, que obligó al cierre de calles, escuelas públicas y algunas oficinas de gobierno.

 

Parado en el estacionamiento de una tienda de conveniencia, el unionense Elvin Ramos recibía el mediodía con el estómago vacío. “No me he tomado ni un café en todo el día por estar parado acá viendo si alguien nos da chance de un trabajito”, contaba, con la cara apenas visible bajo la capucha del abrigo.

 

Con una economía en plena recesión, el invierno es ahora la última de una serie de penurias que ha pasado Elvin, de 26 años. “Me corrieron del apartamento los compañeros con los que vivía porque no podía pagar, entonces me toca dormir en los pasillos, en el día me dan donde asearme, pero en la noche, allí me toca; primero Dios, vamos a salir pronto de esto”, dice.

 

En el mismo estacionamiento, el santaneco Wilmer Rodríguez intentaba darse calor con un café. “Vinimos a las 5:30 de la mañana y como hace mucho frío nos entramos a la tienda un ratito, pero uno no se puede quedar mucho adentro porque si aparece un cliente, los primeros que están en la calle son los que agarran la chamba”, explica.

 

A pocas cuadras de allí, Nicole y Alexandra, de cinco y cuatro años, se hacían la guerra con bolas de nieve en el patio delantero de un edificio de apartamentos. Su madre, Guadalupe Manzano, de Cojutepeque, tuvo que dejar de ir a trabajar. “Yo aprovecho de ir a trabajar cuando están en la escuela las niñas, pero hoy no hallé quien las cuidara, como suspendieron las clases, me tocó quedarme.”

 

En la acera de enfrente, Abel Calzada, originario de Tepecoyo, La Libertad, se afanaba en descubrir su carro, totalmente cubierto por la nieve. “Ya perdimos el día de trabajo, ahora estoy en un proyecto de remodelación en Washington, pero el jefe nos llamó que no llegáramos en la mañana”, comentaba. Eran $150 que no verán sus bolsillos. “Antes mandábamos unos $300 por mes para El Salvador, tengo allá a toda la familia, pero desde hace varios meses ya con suerte mandamos la mitad de eso”, dijo.

 

“Ojalá que se calme esta nevada, así mañana podemos trabajar para recuperar la pérdida”, decía mientras hacía equilibrio para no caer sobre el hielo acumulado desde el domingo en la tarde, cuando comenzó a nevar.

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