A pesar de su pequeña superficie y de contar sólo con un millón y medio de habitantes, Guinea Bissau se ha convertido en los últimos años en un país clave para España por ser una de las plataformas de la inmigración ilegal hacia Canarias y del narcotráfico en la fachada atlántica del África Occidental.

El asesinato del presidente Joao Bernardo Vieira suscitó la incertidumbre política en este país, con el que España mantiene un acuerdo global de cooperación migratoria desde enero de 2008.

El motín de Guinea Bissau se une a los golpes de Estado ocurridos en los últimos meses en otros dos países de una región de importancia estratégica para España, como son Mauritania y Guinea Conakry.

En Mauritania, los militares desbancaron del poder al gobierno democrático en agosto de 2008 y en Guinea Conakry hicieron lo mismo en diciembre después de la muerte del presidente del país, Lansana Conté.

Guinea Bissau, con una superficie algo superior a la de Cataluña entre el territorio continental y el insular – islas Bissagos – , es uno de los países más pobres del mundo, lo que ha contribuido a consolidarse como punto estratégico en las rutas por mar del tráfico ilegal de personas y de drogas.

La que fuera colonia portuguesa hasta 1974 tiene la consideración de “país de atención especial” para España, lo que ha potenciado la colaboración en los últimos años y la apertura de la Embajada en abril de 2007. La ayuda destinada a este país en los últimos tres años ha sido de quince millones de euros.

El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, visitó Bissau en enero de 2008 para firmar el acuerdo migratorio, un paso más respecto al convenio básico de cooperación suscrito en 2003. El nuevo acuerdo combina la lucha contra las mafias, las repatriaciones y la ayuda económica y técnica para el desarrollo del país.