Quisiera expresar mi indignación y repulsa por los hechos ocurridos en la tarde – noche del día 26 a la llegada de la línea directa Málaga – Vélez – Málaga a la estación de autobuses de Torre del Mar.

Cogí el autobús en la Estación de Málaga a las 20.00 horas y en su parada del centro de la capital subió y se sentó a mi lado una ciudadana de rasgos (visiblemente) andinos.

A la llegada a la estación de autobuses de Torre del Mar, sobre las 20.45 horas, entrando el autobús en la misma, no pude dejar de ver por mi ventana dos vehículos policiales aparcados uno detrás de otro aunque sin ningún tipo de distintivo luminoso, un hecho que ya de por sí alarmaría a cualquier ciudadano ya que se presupone que algo ocurría en la estación.

No obstante, no dejaba de sorprenderme el que los vehículos estuvieran aparcados en la oscuridad.

Por la proximidad a la puerta trasera, la mujer que tenía al lado se bajó la primera y yo detrás suya.

Me dirigí hacia el paso de cebra y a los pocos metros me crucé con una pareja de policías de uniforme (una mujer y un hombre) y no pude evitar escuchar al funcionario decirle a la funcionaria: “A mí eso de parar por parar no me va”.

Fue entonces cuando encajé todo el escenario y al ver que no se fijaban en mí al pasar (por mi condición, supongo, de europea) me di la vuelta sólo para confirmar no sin amargura que ya tenían la vista puesta en mi compañera de viaje, que estaba siendo interrogada por la misma pareja de policías.

No conozco la situación de la mujer ni el desenlace de esta historia, pero a raíz de la reciente polémica en torno a la identificación indiscriminada a extranjeros por motivo de su raza u origen (téngase en cuenta que yo también soy extranjera pero de ‘los afortunados’ comunitarios) me parece macabra la actuación de la Policía de Vélez – Málaga que echa mano de estrategias de acecho y caza de inmigrantes propias de un Estado policial y no del Estado de Derecho en el que todos creemos (con)vivir.