Tribuna Libre
Repetida tragedia
"Se trata de seres humanos que, como hizo el pueblo canario en numerosas etapas pasadas, buscan en otras tierras la esperanza en una vida digna que se les niega en la suya"
Canarias 7, , 26-02-2009Una vez más las aguas canarias, en este caso las de Lanzarote, han sido el escenario de una enorme tragedia humana. Veinticinco personas, entre ellas varios menores, perdieron la vida al volcar su barquilla cuando se encontraban a escasos metros de alcanzar el ansiado paraíso, al que se trasladaron desde la cercana África efectuando una peligrosa travesía que en numerosas ocasiones no llega a buen puerto.
Cuando suceden dramáticos hechos de estas dimensiones lo que corresponde, en primer lugar, es manifestar el dolor compartido y la solidaridad con las víctimas y sus familias. Se trata de seres humanos que, como hizo el pueblo canario en numerosas etapas pasadas, buscan en otras tierras la esperanza en una vida digna que se les niega en la suya. Y, en segundo lugar, es preciso mostrar el paralelo reconocimiento a los profesionales que con su intervención han evitado tantas veces que se produzcan hechos como los del domingo 15 de febrero, actuando a tiempo tras detectar la presencia de barquillas en nuestra costas y llevando a éstas y a sus ocupantes hacia los puertos más cercanos. Miles de vidas han sido salvadas gracias a su trabajo.
Lamentablemente, en este caso, la embarcación no pudo ser detectada y un cúmulo de circunstancias, entre ellas unas malas condiciones meteorológicas, contribuyó a que se convirtiera en una de las tragedias más graves de las sucedidas en las Islas como consecuencia del fenómeno migratorio.
Se equivoca gravemente quien actúa sin mesura y sin respeto a las personas fallecidas, quien de un suceso luctuoso trata de sacar alguna tajada política, como desgraciadamente ha ocurrido en distintas ocasiones. Es lamentable que el presidente canario, una vez más, agitara la coctelera en que mezcla, faltando a la verdad y de forma irresponsable, inmigración irregular, empleo y saturación y déficit de servicios públicos como la sanidad o la educación. Si la demagogia y el oportunismo es siempre negativo, lo es aún más cuando se hace ante temas tan sensibles.
Responsabilidad.
Lo cierto es que la inmigración exige responsabilidad de los dirigentes políticos. Se trata de un fenómeno imparable que se puede ver incluso acentuado ante las terribles consecuencias de la crisis económica mundial en los países empobrecidos, especialmente por el encarecimiento del precio de los cereales que forman parte de su alimentación básica, a lo que se suman las miles de personas víctimas de conflictos bélicos locales vinculados, generalmente, al control de materias primas claves para nuestro desarrollo tecnológico. Lejos de disminuir, se incrementa el número de hambrientos en el mundo, y ante tanta desesperación no hay fronteras ni leyes restrictivas que valgan.
Por eso, las actuaciones deben ser urgentes y realizadas en múltiples direcciones.
Desde este lado, incrementando la eficacia de los sistemas de vigilancia, de forma que se eviten pérdidas de vidas humanas y se disuada la actuación de las mafias que trafican con personas.
Paralelamente, interviniendo en los países de origen mediante una decidida acción internacional que suponga la puesta en marcha de una auténtica ayuda al desarrollo. Con una pequeña parte de las multimillonarias cifras dedicadas por los principales estados del mundo para abordar la actual crisis financiera se podrían hacer verdaderos milagros en el tercer mundo, disminuyendo la hambruna y mejorando las deplorables condiciones de atención sanitaria o de acceso a la educación. Evitando, por tanto, la muerte anual de millones de personas en todo el Planeta y mejorando significativamente sus condiciones de vida.
Deber moral.
Tenemos el deber moral de construir unas relaciones más justas y equilibradas entre el norte desarrollado y el sur depauperado. Ello exige actuaciones a corto, medio y largo plazo. Pero de manera inmediata hay que esforzarse por incrementar las inversiones y la formación para mejorar las condiciones en que se desarrolla la vida de millones de hombres y mujeres en los países de origen de los flujos migratorios y aumentar el despliegue diplomático, además de procurar una inmigración regulada y fomentar la integración de los que aquí quedan.
Y evitar, asimismo, que nos acostumbremos y acabemos por dar visos de normalidad a tragedias repetidas como las que hemos vivido estos días en Canarias.
(Puede haber caducado)