Fútbol para reír y olvidar

El Correo, 24-02-2009

Un triste campo de fútbol de gravilla, un río sucio, viejos pabellones industriales y una vega inhóspita que algunos desaprensivos usan como vertedero. Muy pocos prestan atención a este paisaje cuando pasan a su lado. ¿Por qué habrían de hacerlo? En cierto modo, es invisible. Pero siempre hay alguien que ve más allá. Los ecologistas, por ejemplo, ven en él una rica marisma con juncales y carrizos, grullas y alcaravanes. Y el cronista, futbolero como es, ve ni más ni menos que las fuentes originales. Casi nada. Y es que fue en esa misma campa de Lamiako, a finales del siglo XIX, donde dieron sus primeras patadas a un balón, bajo el nombre de Athletic Club, un grupo de señoritos bilbaínos educados en colegios católicos de Inglaterra: Juanito Astorquia, Enrique Goiri, Alejandro Acha, Fernando Iraolagoitia, Luis Márquez… Han pasado más de cien años y el lugar de los padres fundadores de la gran familia rojiblanca lo ocupa ahora gente como Carmen Iza, una inmigrante ecuatoriana que trabaja cuidando a unos niños en Txurdinaga y dedica al fútbol sus ratos libres.

El frío y la lluvia de este invierno han retrasado el inicio de la Liga que organiza la Asociación Multicultural de Lamiako (Asmul). La competición, en la que participan entre 16 y 18 equipos de fútbol formados por inmigrantes , suele comenzar en enero, pero este año ha sido imposible. Llegaba el fin de semana y el campo era una lámina de chapapote gris. «A ver si podemos comenzar en marzo. La gente ya lo echa de menos», comenta el chileno Lutxo (con tx, puntuliza) Pizarro, profesor de Educación Física, coordinador de Asmul y alma mater de todas las actividades deportivas que se organizan en Vizcaya para los inmigrantes ; entre ellas las dos ligas (la masculina y la femenina) y el famoso Mundialito, cuya última final se disputó en San Mamés.

La causa de esta añoranza no tiene que ver exclusivamente con la pasión por el fútbol sino con lo que los partidos tienen de disculpa para la hermandad y el fiestón. En el campo de Lamiako, propiedad de la BBK, se juntan los fines de semana alrededor de 2.000 inmigrantes , en su gran mayoría latinoamericanos. Allí, entre partido y partido, comen sancocho y empanadas y bailan cumbias y vallenatos. Y beben, ríen y a veces hasta se olvidan un rato de lo que dejaron atrás. En el caso de Carmen Iza, cuatro hijos. «Estoy esperando la nacionalidad. Me falta un año. En cuanto la tenga, me los traeré», dice esta quiteña bajita y fornida, que juega de portera por una causa importante. «Dicen que doy seguridad», explica.

Aunque todavía faltan unas semanas para que comience la competición, una selección mixta de inmigrantes se ha citado en Lamiako para preparar un partido amistoso que les iba a enfrentar en Leioa a un combinado de cargos de la Diputación y el PNV. El entrenamiento era a las ocho de la tarde, pero siempre hay algún retraso. Algunos jugadores han tardado en llegar de sus trabajos y, además, hay un problema con el cuadro de luces. Unos gamberros lo han roto y no hay forma de encender los focos. Lutxo trajina con los cables en compañía del colombiano Carlos Becerra, entrenador del Clínica Dental Angélica, que le alumbra con una pequeña linterna. Al final, lo acaban arreglando.

El entrenamiento comienza por fin. El ambiente no puede ser más alegre y distendido. Se nota que hay afición. Hay que tenerla, la verdad, para correr, chutar y driblar en ese campo de gravilla como lo hace, con una camiseta de Salesianos y un gorro de lana, Bernardo da Silva, un pintor de brocha gorda de Curitiba que tiene a gala ser el futbolista de más edad que ha jugado un partido oficial en San Mamés. Lo hizo a los 45 años, durante la final del Mundialito que su selección perdió frente a la de Bolivia. «Yo seré futbolista toda la vida», dice. A su lado, Carlos Becerra, que ejercerá como técnico del combinado mixto de extranjeros, no se atreve con un pronóstico. Quizá porque desconoce el estilo de fútbol jeltzale, prefiere refugiarse en un lugar común. «Nosotros hacemos un fútbol más de toque, pero en Europa sois más contundentes. Será difícil», explica.

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