El perfil de las personas desarraigadas, que malviven a la intemperie y no logran reengancharse a la sociedad, ha variado en los últimos años en Bilbao. Si en la década de los ochenta del siglo pasado la mayoría de ellas eran víctimas del alcoholismo y diez años después, de la heroína y el sida, en la actualidad el 95% de los casos de indigencia corresponden a inmigrantes, sobre todo magrebíes. Los agentes asistenciales ven con preocupación cómo se llenan los comedores populares y cada vez más mujeres buscan comida entre la basura. Y las perspectivas no permiten esperar, hoy por hoy, que mejoren sus condiciones de vida.