Estupidez humana

Deia, 21-02-2009


>después de contemplar horrorizado las últimas muertes de esos pobres desdichados que se acercan a España en pateras, me he detenido a pensar. Estoy meditando. Me siento herido entre los heridos. Me siento torturado entre los torturados. Me siento muerto entre los muertos. Las garras del pesimismo atenazan mi estómago. Las esperanzas de paz, de justicia y de amor que mi mundo reivindica se van asfixiando a medida que contemplo ese goteo sangrante de esa pobre gente que se ve en la necesidad de arriesgar sus vidas y las de sus hijos por alcanzar lo que ellos consideran un paraíso. En definitiva, el mundo atroz que veo reflejado en la televisión, no es el más idóneo para estar feliz y sentirme contento.
>Un sentimiento de frustración se cierne sobre la esperanza que siempre he sentido por los hombres. En el paroxismo del pesimismo que siento, llego a pensar: “Este mundo es una mierda”. Llego también, dentro de ese pesimismo, a ver entre esos muertos (la mayoría niños) la dignidad humana envuelta en ataúd de plástico. <! – – SEP – – >
¡Sí! Definitivamente estoy abatido. ¿Cómo y ante quién podríamos justificar tanto muerto? ¿Tanto horror humano? ¿Cómo y de qué manera podríamos explicarle a esta pobre gente nuestra asesina estupidez?
>Quién sabe si al morir estos infelices no salió antes de sus corazones un “Perdónales porque en su locura humana no saben lo que hacen”. <! – – SEP – – >
A veces siento vergüenza de pertenecer a la raza humana. Siento vergüenza de contemplar tanta barbarie… tanta injusticia… tanta indiferencia… Quisiera poder darme de baja en este mundo. Añoro la vida del desierto y al ver tanto horror estúpido, siento ganas de vomitar. Por eso viendo la televisión lloré… También lloré por la crueldad de los hombres. ¡Sí! Lloré… Lloré mucho… Lloré, y lo hice abundantemente por esa crisis de abatimiento que tengo. También rezo. Lo hago como siempre. Sin palabras. Sin saber qué decir. Rezo con el corazón. “Gracias Señor por haberme permitido llorar”. Amén.

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