«El inmigrante interesa si vota»
La representante de las mujeresinmigrantes reclama a los políticos que luchen por mejorar sus derechos
Diario Vasco,
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19-02-2009
Silvia Carrizo (Caleta Olivia, 1965) es una argentina que lleva seis años residiendo en Euskadi. Como presidenta de la asociación de mujeres inmigrantes Malen Etxea una de sus principales funciones es hacer ver a los políticos cuáles son los problemas más acuciantes que sufre el colectivo al que representa y luchen por mejorar sus derechos.
- ¿Sigue con interés las campañas electorales de los partidos?
- Lógicamente me interesan, pero no me creo mucho lo que dicen los distintos candidatos. Me sirven para ver cuáles son las líneas maestras de las formaciones políticas. Lo malo es que, sean de derechas o de izquierdas, todos están de acuerdo en materia de inmigración. Por eso, considero que es mejor buscar aliados entre los agentes sociales para mejorar nuestros derechos.
- Se espera que en 2011 unos 40.000 inmigrantes puedan votar en las elecciones municipales vascas. ¿Cree que si pudieran votar en estas autonómicas los políticos harían más caso?
- Bueno, no sé si nos harían más caso. Lo que sí está claro es que si pudiéramos participar en las próximas elecciones autonómicas por lo menos en algunos aspectos ocuparíamos más la agenda de los partidos políticos. Los candidatos intentarían seducirnos más.
- Reclama una mayor implicación y solidaridad social, ¿no se fía de las instituciones?
- Las instituciones tienen limitaciones, ya que representan un modelo político, social y económico limitado por el capitalismo.
- ¿Que le diría al futuro consejero de Educación sobre la homologación de títulos, una de sus principales reivindicaciones?
- No puede ser que para que te homologuen un título académico debas sufrir un trámite que puede llegar a prolongarse por espacio de tres a hasta cinco años. Es necesario que se impulse un proceso de homologación más ágil. Además, si los responsables de Educación no te reconocen el título obtenido en tu país por lo menos que se facilite el acceso a la Universidad aca para poder realizar los estudios necesarios.
- ¿Espera que durante la legislatura que arrancará a partir del próximo 2 de marzo se rompa con la imagen a veces negativa de la mujer inmigrante? Según sus palabras «solo está vista para el trabajo doméstico, la hostelería o la prostitución». Es fuerte, ¿no?
- Sí. Así es, pero el problema no se soluciona en una sola legislatura. Lo deseable sería que cambiara la imagen que tiene la sociedad, y para eso hace falta un periodo de tiempo mayor que los cuatro años que dura una legislatura. Lo que buscamos es que la mujer inmigrante sea reconocida como una trabajadora más, con iguales derechos que las demás. El lema de la consejería de Asuntos Sociales del Gobierno Vasco es «gracias a la inmigración, nuestro país avanza». Se trata preciamente de eso, de integrarnos cada vez más en la sociedad y ser mejor valoradas.
- Denuncia que en la actualidad todavía se dan situaciones de neo – esclavitud. No es muy políticamente correcto ese termino…
- No será políticamente correcto, pero en la vida real se producen situaciones injustas que pueden calificarse como de neo – esclavitud. Hay que tener en cuenta que hay muchas mujeres inmigrantes que trabajan más de veinte horas diarias, tienen que comer y dormir en la casa en la que trabajan y tienen sus horarios de ocio restringidos.
- Ironiza que «muchas veces las políticas de conciliación laboral y familiar se solucionan con la contratación de una mujer muy específica, extranjera y pobre»
- No es ironía. Por desgracia se dan esos casos. Los problemas no se solucionan así. Sólo sirve para evitar la corresponsabilidad en el hogar. Pero también quiero subrayar que ahora, como consecuencia de la crisis económica, la mujer vasca pobre está volviendo a ocupar puestos que hasta hace poco eran mayoritariamente de inmigrantes.
- Si un político tuviera en su casa a una indocumentada sin un contrato laboral y transcendiera públicamente, ¿qué le diría?
- Primero me gustaría que explicara públicamente cómo se siente al reconocer que admite la existencia de personas de primera y de segunda categoría. Además, le exigiría que trabaje en favor de la derogación de la Ley de Extranjería y, por último, que haga el favor de hacerle un contrato a esa mujer.
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