el run run
Las invisibles
La Vanguardia, , 18-02-2009Joana Bonet
Cuando vean a una subsahariana bajo un soportal, sepan que lleva inscrita la historia atroz de las mujeres migrantes del siglo XXI
Esta es una historia fea, aunque sus protagonistas se llamen Beauty, Precious o Happiness. En Nigeria son nombres tan habituales como aquí María. Palabras que evocan valores elevados para conjurar destinos que nada tienen que ver con la belleza o la felicidad. Una elección ingenua, pero elección al fin y al cabo, para recordar el lado hermoso de la vida al que nunca accederán; nombres como conjuros frente al horror que inevitablemente las aguarda. Porque detrás de una prostituta nigeriana no hay tan sólo una prostituta nigeriana. En su piel negra como el carbón se imprimen las huellas de un dolor insoportable, animalizada su condición humana, vertedero de una cadena de actos ignominiosos que en la mayoría de los casos no salen a la luz. Es su condena por haber nacido mujeres, negras y pobres como una rata. Si sobreviven al hambre y al abandono, aun siendo niñas son utilizadas como moneda de cambio a través de los pactos entre familias. Las casan y las violan. La brujería y la superstición resultan una aceptable coartada para torturarlas, carne de rituales abyectos que mutilan su cuerpo y su dignidad. Su única salida se llama frontera. Muchas de ellas abandonan sus aldeas antes de cumplir los dieciocho. Cuando aquí muchas chicas se matriculan en la autoescuela, las de Sierra Leona, Liberia o Somalia sólo sueñan con ser refugiadas. Poco se sabe del largo viaje que nunca será Ítaca. Tardan una media de dos o tres años en llegar a Europa. En ocasiones, como la última tragedia en Lanzarote, donde se han ahogado 15 menores, mueren a veinte kilómetros de la orilla; su última mirada hacia la playa prometida.
La organización Women´s Link acaba de publicar un informe que pretende paliar el gran vacío de información acerca de las subsaharianas que emigran. Viviana Waisman, directora de la entidad, me cuenta que lo que ha marcado este estudio ha sido la dificultad de financiación, seguida de los obstáculos para acceder a las mujeres y combatir su miedo. Son como espectros, la mayoría permanecen ocultas, en situación de esclavitud. No saben dónde están, si se hallan en Madrid, en El Ejido o en Roquetas de Mar, “viven en unas condiciones tan infrahumanas que no parece que estés en España”. Pero su desorientación en el mapa es una menudencia comparada con su extravío vital. Algunas declaran que Acnur no las ayuda ante abusos, deportaciones ilegales y sucesivas violaciones. En las redes de trata son obligadas a prostituirse con un mínimo de 10 hombres al día para poder pagar su deuda en 36 meses. También las obligan a abortar sin asistencia médica.
Las han llegado a abandonar en el desierto por la noche o a chantajearlas para que se acuesten con los guardas a cambio de leche o pañales para el bebé; dicen que los militares argelinos las contemplan cuando hacen sus necesidades en unos sórdidos agujeros. La humillación nunca toca fondo, y también se alimenta desde España. Beauty Solomon sufrió dos agresiones policiales en Palma de Mallorca. “Me dijeron ´puta negra, fuera de aquí´ y me golpearon con la porra. Me llevaron a comisaría y allí intentaron que firmara un documento en el que decía ´resistencia a los agentes de la autoridad´”. Solamente le prohibieron a ella, y no a otras mujeres de fenotipo europeo, permanecer en la calle donde ejercía la prostitución. La justicia se limitó a oficiar dos informes de la policía ignorando las peticiones de Beauty, vulnerando el derecho de tutela judicial. El3de abril, Women´s Link presentará el caso ante el Tribunal de Estrasburgo.
A menudo apelamos a la fatiga de la compasión, demasiados problemas con nuestros lunes al sol. Pero cada vez que vean a una subsahariana bajo algún soportal, sepan que lleva inscrita la historia atroz de las mujeres migrantes del siglo XXI mientras sus verdugos, con total impunidad, se fuman un puro.
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