EDITORIAL
Inmigrantes ilegales detenidos por cuota
- A un país se le mide, decía Zapatero, por el trato a los inmigrantes, ahora objeto de caza
Diario de Navarra, , 18-02-2009Entre las consecuencias sociales de la recesión puede adquirir seria gravedad la actitud ante los inmigrantes. La orden, cursada a la policía, con cuotas de detención, desdice el discurso oficial.
L A recesión tiene graves consecuencias sociales, entre las que comienza a destacar la actitud ante la inmigración. Aquí no ha aflorado, por ahora, la reacción xenófoba, patente por ejemplo en el Reino Unido, donde se reclama el trabajo británico para los británicos. La cuestión, aquí, queda en que tres cuartas partes de los parados aceptarían un trabajo de los que hasta ahora se dejaban para inmigrantes. Así las cosas, ha corrido la noticia de que la policía, al menos en Madrid, ha recibido orden de detener a treinta y cinco inmigrantes ilegales a la semana, con premio incluido para quienes lo consigan: unos días de vacaciones. Las detenciones tenían preferencias, y en primer lugar se contemplaba a los marroquíes, cuya repatriación es más barata. Lo denunciaron sindicatos policiales, y el ministro del Interior ha tenido que salir a decir que se trata de un malentendido policial. La consigna, pues, existe. Consigna torpe e inaceptable.
La libertad universal de movimientos – derecho humano fundamental – no impide que todo país deba controlar la llegada masiva de inmigrantes y es evidente que no se puede documentar a todos ellos. La indecencia está en la alta y calculada hipocresía. En el congreso donde fue elegido secretario general del PSOE, Zapatero sostuvo que a un país se le mide por el trato que da a sus inmigrantes. De acuerdo con esa teoría, su Gobierno sacó adelante – pese a la UE y contra ella – la ley que permitió la legalización de cientos de miles de personas arribadas ilegalmente y que trabajaban en España. La inmigración ilegal es un problema serio y dramático – el flujo de pateras y las muertes de inocentes no cesan – pero los que exigían papeles para todos y llamaban xenófobos a quienes se opusieron a una legalización indiscriminada, cursan ahora esas instrucciones policiales. Es inadmisible dictar tal trato y a la vez presumir de respeto a los inmigrantes. Más aún. Cuando el actual ministro de Trabajo expuso que convendría cortar la contratación laboral en origen, mientras hubiera parados a millones, le llovieron críticas agrias, incluso de compañeros de gobierno. Faltar a la verdad tiene las piernas cortas.
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