ROGER
¡Que alguien pare esa tragedia!
El Día, , 17-02-2009… La plaza de Los Cocoteros, en Lanzarote, fue el escenario el pasado domingo de una tragedia humana de enorme calado, que pone de manifiesto hasta dónde la raza se ha acostumbrado a convivir con no sólo la llegada de pateras y cayucos, sino que arriban tras una travesía al vacío, a la incertidumbre… Como se dijera hace cinco siglos, algunos entiende la costa de Canarias como si se tratara de las del nuevo mundo. Pero más allá de cosechar su objetivo o no, llama la atención cómo estos inmigrantes se “arrastran sobre el mar” en busca de un futuro mejor. Pasaría más desapercibido si no fuera porque este fenómeno social que protagoniza el arranque del tercer milenio pone al descubierto la miseria de esta civilización.
… ¿Cómo es posible que el hombre sea capaz de llegar a la Luna y no percatarse de que llegue un cayuco a 20 metros de la costa de Lanzarote? ¿Cómo es posible que el hombre se entregue a experimentos con células madre en aras, dicen, de salvar vidas, y no se sea capaz de evitar que otras se pierdan? Pero ya nos hemos acostumbrado a ojear en un periódico una página en la que se advierte de la muerte de una veintena de seres humanos, o almorzar ante la pantalla viendo en los informativos cómo unos anónimos se lanzan al mar para intentar salvar vidas.
… Es incomprensible que, en pleno siglo XXI, estemos acostumbrados a convivir con esta tragedia. El domingo, una veintena de muertos en Lanzarote, pero ayer por la tarde estaba prevista la llegada de otra patera a Los Cristianos, con la incertidumbre de saber en qué estado llegan. Al igual que en su momento la palabra solidaridad se convirtió en un término manido, luego ocurrió también con talante, ahora ya hasta nos atrevemos a tutear a la muerte, cuando la inmigración se ha convertido en una tragedia, que cuesta vidas o supone la desestructuración de una unidad familiar porque uno de sus miembros decide afrontar el reto de buscar un futuro mejor para los suyos.
… Es inaudito que los radares no funcionen. Que el satélite no se entere que venía un cayuco ayer; una patera mañana… ¿Es que acaso la vida humana no es una excusa más que necesaria para instalar la mejor tecnología en aras de intentar evitar más muertes? ¿Hasta cuándo se sucederán este tipo de episodios? Francamente, ayer no había palabras para lamentar este suceso. Es uno de esos días en donde levantar la cabeza parece poner en evidencia la parte más humillante del ser humano.
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