En el último proceso electoral muchos criticamos la estrategia de la derecha, que apostó por defender los postulados de Sarkozy mediante la promoción de un «contrato de integración» para inmigrantes . Sin embargo, resulta paradójico y sospechoso el giro dado por el Gobierno socialista en la migración, que ha apostado por promover las redadas de sin papeles con un fin absurdo y sorprendente: que los policías tienen que cumplir objetivos cuantitativos. Paradójico, porque va en contra de sus ideales progresistas, y luego, porque las reacciones de la oposición del PSOE a los operativos del Gobierno del PP tuvieron el mismo eco que las dadas hoy por sus rivales.  También parece sospechoso porque no entendemos cómo un cúmulo de medidas (retorno voluntario, limitaciones a la reagrupación familiar, etc.) supuestamente dirigidas a favorecer la integración, han causado tanto malestar entre los extranjeros.
Se intenta confundir los fines con los medios. Si el fin es paliar la crisis económica, la política migratoria va por el lado equivocado porque vulnera derechos fundamentales. Si el fin es político, estas medidas soliviantarían el descontento de una sociedad que mira a la migración como una amenaza, que supuestamente destruye su protección social y es un peligro para sus empleos.
Sería muy lamentable que se marquen objetivos de promoción atemorizando a un colectivo mediante la detención de personas que intentan buscarse un futuro mejor. Ése es el único objetivo cuantitativo que sirve, tanto para un país de acogida como para sus familias en origen.