«Quiero sentirme uno más»

ABC, M. MOREIRA, 15-02-2009

Viernes, cuatro y media de la tarde. Un grupo de cuarenta hombres y mujeres sudamericanos de entre 22 y 50 años ocupa hasta la última silla de la Asociación Aculco de Valencia, donde atienden a su primera lección en materia de «Valores constitucionales e instituciones políticas» españolas. Para algunos de ellos, éste es el primer paso hacia su reconocimiento social como ciudadano español («Quiero por fin ser uno más», dice David, boliviano de 25 años). Para otros, es sobre todo un escalón burocrático para conseguir los «papeles».

Comenzaba así ayer la primera experiencia piloto del programa «Escuelas de Acogida» con el que la Generalitat Valenciana pretende ofrecer a las personas inmigrantes conocimientos rudimentarios del contexto español y autonómico en materia lingüística, cultural, legal, social y política.

No es un secreto que la implementación de un «compromiso de integración» en la Comunidad Valenciana instrumento pionero en España pero que se aplica desde hace años en otros países de la Unión Europea como Holanda, Francia y Reino Unido, ha levantado recelos antes de su puesta en marcha. La errónea suposición de que se trata de un curso de carácter obligatorio justifica este escepticismo. Los detractores del «compromiso por la integración» le atribuyen también la pretensión de absorber o disolver la cultura y las convicciones del inmigrante, extremo que el conseller de Inmigración, Rafael Blasco, rechaza de plano al asegurar que «no queremos asimilaciones de ninguna clase».

Pero, ¿qué piensan los propios implicados? El Portal del Inmigrante lleva semanas colapsado por las peticiones de asistencia a este programa, en el que se atomiza en 40 horas lectivas muchos de los cursos que hasta ahora cada individuo se procuraba a salto de mata. Por otra parte, el certificado de asistencia a la escuela de acogida es un punto añadido para obtener el certificado de arraigo que se exige a un inmigrante cuando requiere su regularización en España.

La buena predisposición de los primeros «alumnos» se extiende incluso a los contenidos dirigidos a aprender a hablar en valenciano.

«Me gusta hablar valenciano»

Lía Patricia Quirós, colombiana de 28 años, lo entiende así: «Todo depende del valor que le des a otras culturas y de cuáles sean tus perspectivas de futuro en este país. Yo estoy encantada de aprender otro idioma porque me quiero quedar».

Zulma Vasquis tiene 22 años. Acaba de perder su trabajo en un asilo de ancianos «por culpa de la crisis», pero está empeñada en mirar el porvenir con esperanza. Confía en que «nos van a enseñar algo de informática y otras cosas que a lo mejor me ayudan a encontrar otro trabajo. Me gustaría hablar valenciano como cualquiera que haya nacido aquí».

La de Aculco es sólo la primera de las escuelas de acogida que se pondrán en funcionamiento antes del próximo otoño en distintos puntos de la Comunidad Valenciana, cumpliendo así el Título II de la Ley autonómica 15/2008 de Integración de Personas Inmigrantes.

Las experiencias más complejas, las que implican a extranjeros de habla no castellana, están todavía por llegar. Por ello, la iniciativa de la Generalitat contempla la adaptación de sus contenidos a distintos niveles culturales y de conocimiento de la lengua. Es obvio que no se puede aplicar la misma estrategia pedagógica a una persona con grado universitario que no hable español que a otra sin estudios que hable con soltura el idioma.

El éxito de las escuelas de acogida dependerá precisamente de su capacidad para ganar el interés de colectivos con mayores dificultades para la integración y de la receptividad de la sociedad española para responder a este esfuerzo con el ejercicio de la tolerancia y el respeto mutuo.

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