El cierre de 'sevendenea'
Este martes han sido ya trasladados doce de los menores del Centro de Acogida de Menores y la próxima semana se irán los restantes. La clausura del edificio cierra un conflictivo capítulo
Diario Vasco,
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12-02-2009
TOLOSA. DV. El Centro de Acogida de Urgencia a menores inmigrantes que llegan a Gipuzkoa, conocido popularmente como sevendenea, situado a las afueras de Tolosa, cierra sus puertas definitivamente. Anteayer, martes, ya fueron trasladados a otro centro de la provincia doce de estos menores, y se espera que los actuales treinta y cuatro ocupantes del edificio lo abandonen a principios de la próxima semana y sean enviados a otros centros sociales, ubicados en diferentes poblaciones de la provincia.
El cierre de ‘sevendenea’ es parte de una reorganización general de los servicios de acogida de la Diputación de Gipuzkoa, que inician una nueva etapa para dar mejores soluciones a las exigencia legales que tiene el gobierno foral de dar un proyecto educativo acorde a las necesidades de protección de estos chavales.
Lo cierto es que la polémica ha rodeado la vida del centro desde que empezó a cumplir su función de solución provisional a un problema, el de los jóvenes inmigrantes sin familia, totalmente cambiante en Gipuzkoa y que planteó una realidad social nueva. «Si en los años 2003 ó 2004 el 80% de los menores inmigrantes que venían no se quedaban en nuestro territorio, ahora ocurre al revés. Hemos vivido una realidad nueva de cambio permanente en cuanto a tipología y edades de los menores. Ahora la mayoría de los que vienen se quedan en Gipuzkoa, tenemos la obligación legal de acogerlos, y ello dificulta nuestra política educativa y de inserción. Y a la vez tenemos que seguir atendiendo a los menores autóctonos», explica el director general de Infancia de la Diputación, José Ignacio Insausti.
Vecinos de Tolosa y el propio alcalde, se han quejado en reiteradas ocasiones de los problemas de orden público causados por parte de los residentes, de procedencia magrebí en su práctica totalidad. Problemas que en determinados momentos han ido a más, haciendo muchas veces insostenible la convivencia.
Saturación exagerada
El problema de sevendenea era la saturación y no los objetivos que perseguía que – según todos los expertos consultados – habrían podido cumplirse al cien por cien si el centro no hubiese sobrepasado sus límites de ocupación. «Una casa pensada para quince jóvenes ha llegado a tener hasta sesenta; así, la situación se torna incontrolable», revela una persona muy ligada al centro.
El propio alcalde Bildarratz opina que «a diez o quince menores puedes integrarlos perfectamente en el pueblo, pero cuando hay muchos más los recursos no llegan y la situación se desborda».
Jokin Bildarratz dice que la historia de sevendenea ha sido «muy difícil» y ha dado lugar a una gestión «muy complicada, sobre todo por el elevado número de menores que han llegado a Tolosa, lo que impedía una integración normalizada».
Una antigua monitora de este centro cree que los menores han sido tratados injustamente en su globalidad. «Por unos pocos muy conflictivos, han pagado todos. Yo he visto realmente la voluntad de integrarse que han tenido la mayoría de ellos, su afán por salir adelante. Es justo lo que ha pasado».
Reorganizar el servicio
La clausura forma parte del plan de reorganización del servicio de acogida de menores extranjeros. Se ha procedido a la apertura de varios centros de la red básica durante los dos últimos meses. Ésta se completará con la apertura en breve de un nuevo centro de urgencia que sustituirá al de Tolosa. Además, se encuentra en marcha el proceso administrativo para poner en marcha otros cuatro centros este mismo año. En 2008 llegaron a Gipuzkoa 225 menores, frente a 156 en 2007.
Euskadi es, según fuentes consultadas, la comunidad autónoma que, en relación a su número de habitantes, más menores inmigrantes acoge. En estos momentos hay 1.300 residiendo en el País Vasco, por 10 en Navarra y 25 en Burgos, por citar dos ejemplos.
«La situación era límite»
Todos los vecinos consultados han sentido alivio al conocer la noticia del cierre del centro. «Yo tengo hijos y no estoy tranquilo por las noches, qué quieres que te diga. Siento que estos menores campean a sus anchas, hay muchos problemas, ha habido situaciones gravísimas y en cualquier momento podía estallar la situación. Más, no podíamos aguantar».
Otro vecino de la zona decía:«La situación ha llegado a un límite insostenible».
Y un tercero opinaba. «Vayan donde vayan estos chicos van a crear problemas. Ha habido muchas denuncias. No digo que sean todos culpables, pero basta con que haya media docena empeñados en hacer las cosas torcidas para que la convivencia resulte muy difícil. Para empezar, porque atemorizan al resto, que no se atreve a echarles en cara su mal comportamiento. No se trata de racismo. No seamos hipócritas. ¡Que levante el dedo el que quiera que le pongan un centro de éstos junto a su casa!», razonaba.
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