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Agentes fronterizos de EE.UU. denuncian que se les imponen cuotas de arresto de inmigrantes

La Voz de Galicia, Victoria Toro | Corresponsal, 03-02-2009

Los agentes que protegen la frontera estadounidense con México han denunciado que les han impuesto cuotas de arresto de inmigrantes y los han amenazado con castigos si no las cumplen. Los funcionarios encargados de evitar la entrada de personas sin visado y de mercancías prohibidas habrían recibido la orden de arrestar a 150 sin papeles durante enero.

Lo sorprendente de la denuncia es que los agentes no se quejan de la cuota, que ya existían en los meses anteriores, sino de que la cifra ha aumentado considerablemente. Según ellos, en noviembre y diciembre se les exigían cien arrestos.

Y se quejan, sobre todo, de la amenaza de sufrir represalias, como cambios en los días de descanso, por no cumplir con la cantidad requerida.

Defensa

El portavoz de la agencia de vigilancia de fronteras, Lloyd Easterling, se defendió de la acusación explicando que las denuncias de las presuntas cuotas provienen solo de una de las estaciones fronterizas «y contradicen las prácticas de la agencia». «Si tuviéramos cuotas y las alcanzáramos, ¿significaría eso que ahí acabaría nuestro trabajo?», se preguntó Easterling.

Y eso es exactamente lo que han denunciado los sindicatos de los agentes, que presionados por los números exigidos, estos se dediquen a arrestar a trabajadores irregulares de lugares próximos donde los contratan y abandonen la patrulla de la frontera. Esa práctica haría más fácil el contrabando de, por ejemplo, drogas.

Amenaza de deportación

La denuncia de los guardafronteras viene a recordar la dura situación de los inmigrantes sin visado que viven en Estados Unidos. Se calcula que el número de ellos está entre doce y quince millones de personas, una gran parte de origen hispano. De ser detenidos, estos ciudadanos se enfrentan a la amenaza de la deportación.

La semana pasada, una mujer de nacionalidad nicaragüense madre de dos niños estadounidenses fue deportada a Managua a pesar de que sus hijos, de doce y nueve años, se habían declarado en huelga de hambre para que Obama impidiera la expulsión de su madre.

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