Emociones fuertes
El Correo, , 03-02-2009H ace años y de manera circunstancial, llegó a mis manos un informe sobre prácticas abusivas de la Policía en EE UU. Perseguía estudiar el comportamiento de los agentes para evitar excesos considerados habituales y que respondían a «causas aparentemente inexplicables». Así, delataba en uno de sus apartados el comportamiento brutal de los agentes de la ley con los inmigrantes, en particular latinoamericanos. El trabajo, hecho con una gran seriedad y asepsia y tras una encuesta entre los propios policías, revelaba que todos ellos respondían de esa forma a lo que juzgaban «conductas agresivas y desafiantes» de los detenidos y su común temor a que esas actitudes desembocasen en «expresiones de violencia incontrolable». El documento analizaba las consecuencias pero, sobre todo, fijaba las causas; algunas, por lo demás, muy sorprendentes. Concluía que, en ningún caso, el latino adoptaba gestos que pudieran preocupar porque contuviesen la menor intención de violencia o el menor rastro de conducta amenazante, sino que tanto sus manifestaciones, a base de gritos, como sus ademanes a través de grandes gesticulaciones, se debían al desconocimiento del idioma. La incomunicación quedaba señalada como causa de las «reacciones policiales desproporcionadas». Por lo que se recomendaba corregirlas, explicando cómo el carácter expansivo del latino no solapaba necesariamente una conducta delincuente.
Me preocupa que la Policía italiana reduzca el comportamiento de los tres jóvenes que quemaron a un indigente indio con gasolina cuando dormía en una estación, como manifestación de una panda de gamberros para «probar emociones fuertes», o como «un gesto de estupidez absoluta». Me impresionó de la lectura del libro de Saviano (‘Gomorra’) la naturalidad con la que los jóvenes practican el asesinato mafioso, hasta haberlo incorporado a sus expresiones para el reconocimiento dentro del clan. Como me parece inquietante que un ministro de Berlusconi recomendara el bombardeo de cayucos que llegan a la península como medida ejemplar. Crear un clima benévolo en este sentido puede llevar a ocultar conductas xenófobas criminales tras señuelos patrióticos, y a ver como natural que un subdirector de Inmigración en Chivitavecchia dispare de muerte a un inmigrante senegalés con el que había discutido. Aunque no sea el caso, esta vez.
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