Maestros en lucha contra los 'novillos'

El Mundo, HECTOR MARIN, 26-01-2009

Un colegio de Sant Cosme combate el alto absentismo yendo casa por casa El Prat de Llobregat


Un incendio obligó esta semana a desalojar a 200 niños del colegio de primaria Jaume Balmes, en el barrio de Sant Cosme, en El Prat.Los daños fueron sólo materiales, y parte de la rápida evacuación del centro se debe agradecer a la colaboración vecinal. Pero el suceso complica todavía más el día a día del centro educativo, considerado como un referente para la integración de niños en un entorno conflictivo.


Un martes faltaron 25 niños a clase. El enfrentamiento entre dos familias gitanas rivales desembocó en la huida de una de ellas y de sus allegados. La escuela, lugar de educación y relación, pagó así los efectos de la tensión que se respiraba en el barrio: los chavales que no habían abandonado El Prat – camino de Badalona, Madrid o Vitoria – permanecieron encerrados en sus pisos, sin pisar la calle. «No sabemos qué les puede pasar», justificaban al teléfono algunos padres ante los insistentes requerimientos del profesorado. «Nos costó mucho esfuerzo que volvieran: tres meses de negociaciones con las familias, personales y a través de intermediarios; una intervención continuada», recuerdan hoy los docentes acerca de la estampida de buena parte de su alumnado, hace un año.


Los maestros no salen a buscar a los alumnos para que asistan a clase. Pero el CEIP Jaume Balmes es un colegio diferente: la dedicación del profesorado supera todas las expectativas. Los docentes bregan contra el absentismo escolar, enquistado desde hace años en Sant Cosme, donde llegó a situarse en un 60% en algunos centros. Jornadas de trabajo en mercadillos del cinturón barcelonés; viajes súbitos y largos a bodas; visitas a familiares lejanos; víctimas de hospitalizaciones o defunciones, entre otros hábitos.


Hasta hace poco, era habitual que algunos niños faltaran dos o tres semanas seguidas a clase, aunque las situaciones extremas se reconducen poco a poco: los alumnos que no van a clase regularmente son hoy «sólo» un 10%. Profesores y agentes sociales echan el resto porque saben que el futuro de la barriada va ligado inexorablemente a la educación, y la mejora de la cohesión social pasa por la escolarización de los chavales.


Medidas contundentes


Sin embargo, la vocación y el sobreesfuerzo de los docentes no bastan: los directores de los colegios afectados reclaman medidas judiciales con sanciones contundentes contra las familias que no aseguran la escolarización de sus hijos. «En Cataluña, a diferencia de otras zonas de España, esto aún no se ha producido; y eso supone un problema», critica Josep Gómez, director del plan educativo de Sant Cosme y coordinador de los tres centros del barrio. «Es necesario que la Fiscalía lleve a cabo alguna actuación que pueda servir de toque de alerta a las familias absentistas: que entiendan que, si no llevan a sus hijos al colegio, eso puede repercutir en algún tipo de sanción. La vía judicial es la última instancia, pero en caso de necesidad hay que recurrir a ella».


Es habitual ver a los maestros del Balmes charlando con los padres de los alumnos. Y, si hace falta, van a buscarlos a casa o los localizan por teléfono. «A veces, los padres juegan a distraernos», se queja Gómez. Forma parte del recorrido, iniciado hace tres años, hacia un modelo de escuela integrado en el barrio. «Es un trabajo conjunto entre profesores, administraciones, Salut y servicios sociales». En su camino para dejar atrás el gueto – el alumnado está integrado en su gran mayoría por chicos de etnia gitana – , ahora se trata de seguir librando batalla a la gran lacra histórica de este centro: el absentismo escolar.


Parte de la comunidad gitana del barrio no lleva a sus hijos al colegio hasta que es obligatorio, con seis años de edad. «Tienen prejuicios; se cuestionan por qué han de escolarizar a los niños».Y viven la escolarización de sus hijos como un dilema: «No han vivido ni interiorizado ese proceso. Si logramos que entiendan que la escuela es un paso imprescindible para su integración social, el absentismo desaparecerá por completo».


La directora del centro, Pietat Bodelón, 10 años luchando contra el absentismo, ha visto pasar por las clases a decenas de «chicos con posibilidades» sin que hayan encontrado las «herramientas por parte de sus familias». «El acompañamiento ha de ser continuo por nuestra parte», señala sobre la «estrecha relación» que mantienen con las familias y el barrio. «Aquí, un problema que afecte a una familia acaba afectando a la escuela», agrega, en referencia a los piques que de tanto en tanto se producen entre los padres.


El difícil reto de mantener en clase a la niñas gitanas


H. M. / El Prat de Llobregat


Tras lograr reducir ampliamente la tasa de absentismo escolar en los tres centros del barrio de Sant Cosme, en El Prat de Llobregat, la dirección del plan educativo del barrio se enfrenta ahora a un nuevo reto: corregir esa tendencia en las alumnas gitanas de entre 12 y 15 años. Y, pese a que trabajan intensamente este problema, los resultados no llegan.


«Encontramos verdaderas dificultades para que las chicas de esa edad continúen escolarizadas; ése es ahora el principal problema», lamenta Josep Gómez, que coordina los centros Jaume Balmes, Sant Damià y Doctor Trueta. La organización doméstica de la comunidad gitana dificulta que las niñas puedan seguir en el colegio tras los 12 años. «Asumen funciones de organización en casa y, mientras sus padres salen a trabajar, ellas quedan al cuidado de sus hermanos pequeños. Por otra parte, a esa edad tanto ellas como sus familias empiezan a pensar en posibles aparejamientos: si los padres se enteran de que a una de sus hijas les gusta algún compañero del instituto, prefieren que no vaya».

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