Dos transeúntes salvan a una mujer de morir a manos de su ex pareja
ABC, , 21-01-2009El intento de homicidio no ocurrió esta vez en la intimidad del hogar, sino a plena luz del día y en la calle, donde sólo la actuación de dos transeúntes libró a una mujer extranjera de 41 años de una muerte casi segura a manos de su ex pareja. Jesús María Poncela, español de 40, le asestó al menos media docena de puñaladas con un cuchillo de cocina en la confluencia de las calles Sicilia y Provenza de Barcelona, a los pies de la Sagrada Familia.
Pasaban pocos minutos de las nueve de la mañana y los gritos de la mujer alertaron a las personas que transitaban por la zona, muchas de las cuales echaron a correr dada la violencia empleada por el hombre, según presenció Efe. El agresor apuñaló con saña a su ex compañera por motivos que se desconocen. Según testigos, parecía buscarle el corazón, pero los movimientos de la víctima hicieron que las cuchilladas fueran en el tórax y la espalda.
La intervención de dos testigos, contra los que se revolvió el agresor, resultó providencial para salvarla. Uno de ellos, un trabajador que se dirigía a hacer una inspección de gas en un edificio de la zona, se enfrentó tan sólo con la carpeta de folios que portaba y que le fue arrebatada por el hombre. Con las manos ensangrentadas, éste comenzó a trocear los papeles, que quedaron esparcidos por el suelo. El operario del gas sufrió algún corte en las manos. Wilson, un ecuatoriano que pasaba con su coche por la calle Sicilia, paró el vehículo, sacó del maletero una herramienta de hierro que usa en su trabajo y golpeó por la espalda al agresor. Aprovechando el desconcierto de éste, el ecuatoriano logró llevarse a la víctima a su vehículo, donde la mantuvo resguardada hasta que poco después llegaron los Mossos d´Esquadra y una ambulancia. Tras una primera atención, la mujer fue trasladada al cercano hospital de Sant Pau. Fuentes del centro indicaron que «está grave pero estable», y que no se teme por su vida.
«Ni a un cerdo se le mata de esa manera», afirmó el hombre ecuatoriano, quien lamentó que algunos viandantes «se escondieran entre los coches cercanos en vez de actuar».
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