NUEVA ERA EN LA CASA BLANCA / La jura del 44º presidente

'Trabajo duro y honradez, valor y juego limpio, lealtad y patriotismo'

El Mundo, PABLO PARDO. Especial para EL MUNDO, 21-01-2009

Barack Obama da su receta para emprender «la nueva era de la responsabilidad» Washington


Barack Obama ya es presidente de Estados Unidos. Y su primer mensaje al país y al mundo ha sido claro: estamos en un momento histórico muy difícil, en un «invierno de penurias» del que, para salir, es necesario recurrir a «los valores de los que depende nuestro éxito: trabajo duro y honradez, valentía y juego limpio, tolerancia y curiosidad, lealtad y patriotismo».


Así se dirigió el nuevo presidente de Estados Unidos a los dos millones de ciudadanos que se concentraron en el Mall, el gigantesco parque de Washington situado frente al Capitolio, para verle jurar el cargo.


Es una cifra sin precedentes en la historia de EEUU, superior en casi 600.000 personas al anterior récord de asistencia, alcanzado por Lyndon B. Johnson en 1964 y que multiplica por seis el número de asistentes a la jura del cargo por George W. Bush el 20 de enero de 2005.


Obama aprovechó ese formidable estrado para lanzar un discurso valiente, concreto y cargado de simbolismo: EEUU está atravesando por una grave crisis, tanto por la amenaza del fundamentalismo islámico – «una red de violencia y odio» – como por la debacle económica desatada tras la explosión de la burbuja inmobiliaria.Y, para hacer frente a esos problemas, el país necesita actuar de forma unida y recuperar el sentido de la responsabilidad, tanto del Gobierno como de los individuos. «Ha llegado la hora de dejar atrás las chiquilladas», dijo Obama, citando la Biblia.


Poco después, añadió: «Lo que se nos pide es una nueva era de responsabilidad: el reconocimiento, por parte de cada estadounidense, de que tiene deberes, […] de que tiene obligaciones con nosotros mismos, con nuestro país y con el mundo; unas obligaciones que no aceptamos a regañadientes, sino que asumimos de buen grado».


Fue un discurso en la mejor línea de Barack Obama, un político que debe su cargo en buena medida a su oratoria. El presidente dejó el terreno de la retórica y ofreció su filosofía de Gobierno a los dos millones de emocionados seguidores que abarrotaban el Mall. En el núcleo de su discurso, el presidente reafirmó su programa político. Dijo que la crisis económica «es una consecuencia de la codicia y de la irresponsabilidad por parte de algunos», pero también del «fracaso colectivo» de una sociedad que no supo «adoptar decisiones difíciles» y «preparar a la nación para una nueva era». Obama también dijo que esta crisis ha demostrado que, sin una mirada vigilante, el mercado puede escaparse de todo control, y que un país no puede prosperar cuando favorece sólo a sus ciudadanos más prósperos. Además, volvió a declarar que se retirará de Irak y llevará a cabo una escalada en Afganistán.


Era un mensaje muy diferente de todo lo que los estadounidenses llevan oyendo prácticamente desde la reelección de Bill Clinton, en 1996. En esos 12 años, la primera potencia mundial se ha desenvuelto entre la complacencia y la arrogancia. Sus presidentes no le han pedido sacrificios, como demostró el propio predecesor de Obama, George W. Bush, cuando, pocos días después de los atentados del 11 – S, recomendó a sus compatriotas «disfrutar de la vida» e «irse a Disneylandia». Obama enterró ayer ese patriotismo light al pedir sacrificios con un rotundo «el mundo ha cambiado y nosotros debemos cambiar».


El cambio también llega a la política exterior. Obama hizo una oferta de alto valor simbólico al mundo musulmán – algunos en Washington pensaban que, sobre todo, a Irán – , al ofrecerle «un camino hacia adelante basado en el mutuo interés y en el mutuo respeto». Y a los aliados les ofreció más cooperación, recordando que «generaciones anteriores derrotaron al fascismo y al comunismo no solamente con misiles y con tanques, sino con sólidas alianzas y convicciones duraderas».


Obama fue concreto. Y también valiente. No rehuyó el simbolismo, como cuando recordó que EEUU es un país de múltiples religiones y también de «no creyentes», un grupo a que los políticos estadounidenses no suelen hacer ninguna referencia. También fue muy duro con George W. Bush al criticar – en medio de una ovación del público – la política de la Administración saliente en materia de presos de guerra y limitación de las libertades: «Rechazamos como falso que tengamos que elegir entre nuestra seguridad y nuestros ideales».Y declaró que devolverá a la ciencia «a su legitimo lugar», en una referencia a los recortes de la Administración Bush a la investigación con células – madre. Ayer mismo, el Gobierno ordenó a todas las agencias y departamentos federales que detengan cualquier norma pendiente hasta que sean revisadas por el nuevo personal, suspendiendo las órdenes de último minuto emitidas por Bush, informa Reuters.


Claro que, para simbolismo, la propia jura del cargo: Obama no quiso quitar su segundo nombre, Hussein, y arrancó, con su mano derecha sobre la Biblia que Abraham Lincoln, el presidente que liberó a los esclavos negros, usó en la misma ocasión, con un «Yo, Barack Hussein Obama». Esos pequeños detalles también estuvieron presentes después en el Desfile Inaugural que atravesó Washington y en el que participaron, por primera vez, grupos musicales homosexuales.Fue otro baño de multitudes para Obama y su esposa sobre todo en las ocasiones en las que ambos se bajaron del coche y caminaron rumbo a su nueva residencia.


Así, en el glacial mediodía de Washington, Obama se dispuso a enterrar el legado de Bush. Ahora, le queda la parte más difícil.El país no podrá salir sólo con retórica de su crisis. En los próximos días, se espera que la Administración presione a los bancos para que concedan más créditos a los ciudadanos y que, tras recibir un informe que ya ha solicitado al Estado Mayor, fije el calendario para la retirada de la mayor parte de las tropas de Irak.


Un error que quedó en anécdota


>Si Obama no tenía nervios, se los transmitió el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, que pronunció las palabras del juramento en el orden equivocado. El presidente, sorprendido por el error del juez, dudó e hizo una breve pausa.


>Al final, el error quedó en anécdota, puesto que, según la Constitución de Estados Unidos, Obama ya era jefe de Estado desde las 12:00 horas.


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