NUEVA ERA EN LA CASA BLANCA / La opinión
Un cierto aire chic conservador
El Mundo, , 21-01-2009Cuando se corrió la voz en Washington de que Michelle Obama llevaría una creación de Isabel Toledo al acto de investidura ayer, muchos esperaron ver algo bastante más rompedor que el conjunto de líneas conservadoras con el que se apareció en el Capitolio. No en balde la laureada diseñadora es considerada como una de las más innovadoras de Estados Unidos, país donde vive con su marido, el artista de vanguardia Rubén Toledo, desde que sus familias huyesen de Cuba hace casi cuatro décadas.
El elegante abrigo de guipur dorado sobre un vestido ajustado del mismo tejido con el cuello bordado en strass, habrá sido muy del gusto de la muy burguesa Middle America que debía de temerse alguna modernez por parte de Michelle: un traje pantalón, o un vestido de inspiración étnica, por ejemplo.
Los accesorios, además, zapatos de Jimmy Choo, bufanda de cachemira al tono y largos guantes no podían ser más comme – il – faut. Pero el tema del calzado hizo que las cejas de algunos fashionistas se elevaran, ya que Toledo ha encargado los zapatos de sus colecciones a Manolo Blahnik durante años.
Michelle estaba resplandeciente y muy en la onda de las primeras damas del pasado famosas por su chic como Jacqueline Kennedy o Nancy Reagan y sus vestuarios de Cassini, Adolfo, Galanos o De la Renta.
La única pega que le encontré al conjunto es que el guipur forrado contra el frío casi polar que reinaba en Washington ayer le hacía parecer algo gorda. Uno suspiraba de alivio cada vez que se entreabría el abrigo y se veía su estupenda figura modelada por el fourreau.
También pienso que la elección de la diseñadora de origen cubano Isabel Toledo fue políticamente acertada y más que correcta: mujer latina de raíces que suponemos sefardíes con una trayectoria brillante y laureada en el mundo de la moda norteamericana.
Decantarse por alguna de las vacas sagradas como Oscar de la Renta, Diane von Fürstenberg o Carolina Herrera relacionadas con first ladies del pasado y, sobre todo, la plutocracia o el patriciado estadounidense, habría supuesto un gran error. De más está decir que más de uno habría matado por firmar ese conjunto.
Toledo, que hace poco ingresó junto con su marido en el histórico Hall of Fame de la gente mejor vestida que crease Eleanor Lambert en su día y que ahora está en manos de la revista Vanity Fair, es una mujer de una elegancia tan poco convencional como pueden ser sus colecciones a veces.
Vaticino que miles y miles de mujeres correrán en las próximas horas a los grandes emporios de Estados Unidos donde Toledo vende su prêt – à – porter o a las tiendas vintage que tienen la ropa que creó para Anne Klein, marca por la que pasó brevemente hace unos años.
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