Luther King sí se lo creyó

EE. UU. celebra por primera vez en su historia el aniversario del activista afroamericano

Las Provincias, MERCEDES GALLEGO, 19-01-2009

Muchos se siguen restregando los ojos de incredulidad, y a veces les ruedan lágrimas por las mejillas cuando se dan cuenta de que es verdad. Hoy, por primera vez en su historia, Estados Unidos celebrará el aniversario de Martin Luther King. El reverendo de Memphis que no vivió para ver cumplido su sueño, habría llegado a 80 años la semana pasada. “Martin Luther King tenía fe en que ocurriría, él sí se lo creía”, aseguraba tiritando el sábado Yvonnie Sorrell, mientras veía pasar el tren de época en el que Barack Obama completó su largo viaje hasta Washington. El virtual presidente de EE. UU. saludaba desde la plataforma con una espléndida sonrisa de dentífrico.

Mañana se instalará en la Casa Blanca, que se construyó con esclavos. De ellos desciende su esposa y por lo tanto sus hijas. Obama no arrastra en su alma las cadenas de esos esclavos que se deslomaban al servicio de la élite, pero es tan consciente de esa historia que la primera vez que ensayó su discurso para la Convención Demócrata de Denver “tuve que parar porque se me hizo un nudo en la garganta al pensar en todas las mujeres que durante años tuvieron que sentarse en la parte de atrás del autobús o ir andando”, confesó a la CNN.

El diario The Washington Post recogía en su portada que “de la noche a la mañana los políticos o abogados negros son la propiedad más codiciada, recibiendo invitaciones a relieve dorado de gente que nunca antes les hubieran invitado a nada”. Y es que la clase blanca en el poder está necesitada amigos afroamericanos porque de pronto esas cenas que eran tan habituales en los círculos de poder resultan políticamente incorrectas. Si George W. Bush trajo a Washington una inyección de empresarios texanos, con Obama llega la clase intelectual de Chicago en la que abundan afroamericanos.

Sí, ser negro está de moda en Washington, pero aunque no le hubieran asesinado el reverendo King sería ya demasiado viejo para disfrutarlo. ¿Significa eso que su sueño se ha consumado? Entre los que se lo preguntan estos días está la revista Black Voices, cuyo editor Jeffrey Douglas admitía que “hay una gran diferencia entre sueño y realidad”. Puede que las élites negras estén encontrando el reconocimiento social que se les negaba, pero “allá abajo en Alabama, con sus racistas despiadados”, como decía King, los negros comunes aún se sienten incapaces de despegar, atrapados por un nuevo yugo: las penurias económicas y los obstáculos para subir peldaños en la escalera laboral.


Esclavos del sur

A muchos les cuesta identificarse con el sueño que vive Obama, cuya exótica experiencia vital como hijo de una mujer blanca de Kansas y un estudiante de Kenia, criado entre Hawai e Indonesia, tiene difícil eco en las vidas de nadie más. La de su esposa, Michel, descendiente de esclavos del sur y criada en un barrio negro de Chicago, es otra cosa. Por eso a ella se refieren con frecuencia como “una verdadera hermana”.

Ambos han decidido que este Día de Martin Luther King sea diferente. De ahora en adelante quieren que su pueblo no se lo tome como un día de fiesta más, sino que lo emplee en servir a la comunidad de alguna manera.

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