Una familia rota por la crisis
Dos niños bolivianos regresan a su país solos porque sus padres están sin trabajo
Las Provincias,
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19-01-2009
Dariana ya habrá aterrizado en Bolivia cuando se impriman estas líneas. Dari, como la conocen sus amigos, es una niña de 11 años que vuelve a su país, víctima inocente de la crisis. Pero los Reyes Magos han querido que la historia de Dariana y su familia no se quede en el anonimato de las frías y oscuras cifras.
Massanassa se convirtió en los últimos dos años en el hogar de Dariana, junto a sus padres y su hermano Marco, después de un periplo por distintos municipios. Tenía allí “un montón de amigos” que le organizaron una fiesta de despedida y “un lugar secreto” donde se reunían lejos de las miradas inquisitorias de sus padres.
Pero la situación económica ha abocado a su familia a una situación “desesperada”, con los padres sin trabajo y sin recursos. “No quiero que mis hijos vean la situación en la que me podría encontrar porque no tengo papeles”, añade con suma tristeza Marco, el cabeza de familia.
Por eso se vuelven a Bolivia. Pero no han podido pagar los cuatro pasajes, así que la familia se separa. Los hijos vivirán en el país andino con sus abuelos hasta que “mis padres tengan dinero para volver”, dice Dariana. “No sé si hemos tomado la mejor decisión, pero creo que es la más conveniente ahora mismo, por la situación económica”, continúa su padre.
“Nosotros volveremos en cuanto recojamos el dinero suficiente, porque, para estar mal aquí, prefiero estarlo en mi país, donde tengo lo que me he ganado”, añade Marco, que ha decidido dejar su piso de alquiler y vivir a partir de ahora en una habitación para evitar gastos. Ni siquiera ha pagado todo el billete de avión de sus hijos. Los cuatro pasajes valían en total 5.000 euros.
Dari deja atrás alegrías y tristezas. Recuerda, emocionada hasta las lágrimas, cómo una noche se enteraron de que su padre había sido detenido. “No dormimos nada. Mi madre lloraba porque no podíamos hacer nada por él”. A pesar de que todo quedó en una noche en una celda, para Marco fue algo más que eso. “No puedo consentir que me traten como a un criminal y me encierren. No quiero que mis hijos vivan eso, pero ésta es la más difícil decisión que he tenido que tomar en mi vida”.
Desde el sillón, Dari mira a su padre con lágrimas en los ojos, a pocas horas de separarse, quién sabe hasta cuándo. “Ellos también están tristes. Yo les oigo hablar de la crisis que hay aquí en España y lloran”, explica, pero pronto le vuelve la sonrisa al recordar la despedida de sus amigos. “Me llevaron al cine y lo pasamos muy bien. Ellos me dicen que vuelva pronto”.
Por delante le esperan 25 horas de viaje, primero en autobús hasta Madrid, donde les acompañaban sus padres, y luego un vuelo de 13 horas, ya solos. Y su corazón está dividido. Por una parte le ilusiona reencontrarse con su familia en Bolivia y, por otra, está triste al separarse de sus padres y de la vida que tenía en Massanassa. “Yo nací en Santa Cruz de la Sierra, pero también me considero de Massanassa”, explica Marco. “Este pueblo nos ha dado muchas alegrías y hemos encontrado a muy buenas personas”.
“No hay nada”
A su pesar, no ha habido suerte en el terreno laboral. “Lavando coches, en la obra, cualquier trabajo es bueno, pero claro, ahora, con la crisis, no hay nada”, dice. Los nervios en la familia eran evidentes, el sábado, mientras preparaban las maletas de los pequeños. Durante un rato la madre tuvo que interrumpir la tarea para intentar bajar la fiebre a su hijo de nueve años. “Marco está con 39, me duele tanto mandarlo así a Bolivia…”. Desde hoy tendrán que aprender a cuidarse solos.
La historia de Dariana se asemeja a la de cualquier hijo de inmigrantes ilegales, los primeros en perder el trabajo y en verse abocados a una situación desesperada al no tener posibilidad de acceder a una prestación por desempleo.
Pero su inocencia, milagrosamente viva pese a las circunstancias que la rodean, ha hecho que su historia y la de su familia se dé a conocer. Se lo debe a los Reyes Magos, a los que mandó una carta que ha sacudido las conciencias de Massanassa. Además de traerle la mochila que había pedido para ella y un juego para su hermano Marco, su historia ahora es conocida. Dari necesitaba creer que había quien pudiera ayudarle a conservar la ilusión perdida por los problemas de los mayores.
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