NUEVA ERA EN LA CASA BLANCA / La sociedad de EEUU
Washington, una ciudad segregada racialmente
El Mundo, , 19-01-2009Expectación para ver si la llegada de un presidente negro logra romper las barreras de la ciudad sede del Gobierno Washington
Las multitudes que mañana ocuparán el centro de Washington serán un fiel reflejo de la multicultural sociedad norteamericana de hoy. Como multicultural fue también el movimiento que aupó a la Presidencia a Barack Obama, un político que ha hecho de la construcción de una sociedad sin discriminaciones de raza o religión una de sus señas de identidad. Sin embargo, curiosamente, el escenario de la celebración de su inauguración, la capital del país, es una de las ciudades más segregadas racialmente de los EEUU.
Una buena descripción de su realidad sociológica de DC – como la llaman sus habitantes – es la de una burbuja blanca, en la que viven sobre todo jóvenes de clase media alta venidos de todo el país para estudiar o trabajar para el Gobierno, inserta dentro una gran burbuja negra donde reside la mayoría afroamericana, entre un 65% y un 70% del censo.
Las fronteras entre ambas burbujas son a la vez finas – a menudo una simple calle – , pero profundas. No es habitual ver a negros paseando por los barrios residenciales blancos, situados en el noroeste de Washington, pero menos aún lo es ver a blancos en los barrios degradados del noreste o el sureste de la ciudad. Es como si en Washington convivieran dos universos paralelos, que rara vez interaccionan. Y cuando lo hacen, es de forma fugaz, ya sea en un McDonald’s o el transporte público.
Barack Obama ha irrumpido en esta realidad con fuerza, convirtiéndose en uno de los pocos referentes compartidos entre ambos universos, quizás juntamente con los Washington Redskins, el equipo de fútbol americano de la ciudad, o alguna estrella del hip hop. De hecho, la noche del 4 de noviembre, presos de la euforia y quizás una cierta alegría etílica, se pudo ver en las calles de Washington una escena inaudita: jóvenes negros de los suburbios abrazándose con los niños bien de Georgetown.
Hasta qué cierto punto Obama será capaz de derrumbar las barreras raciales es una incógnita. De momento, quien la está moviendo es la poderosa mano visible del mercado. Gracias al aumento en los trabajos que genera el Gobierno, y todo el entramado institucional que gira a su entorno, en las últimas décadas han emigrado a Washington decenas de miles de personas.
Las familias suelen instalarse en los suburbios residenciales de Virginia o Maryland, los estados que rodean la menuda capital federal, pues sus escuelas son de mayor calidad que los depauperados centros escolares de la capital. En cambio, los jóvenes prefieren vivir en DC, donde existe una mayor oferta cultural y de diversión.
Esto ha hecho que la burbuja blanca haya ido expandiéndose durante los últimos años, comiéndole terreno a la negra. En inglés, el proceso recibe el aséptico nombre de gentrification, que el diccionario define como «transformación física de un barrio marginal por llegada de individuos opulentos, que puede llevar al desplazamiento de sus habitantes originales».
Normalmente, el proceso es fruto de un plan urbanístico diseñado de forma conjunta entre administraciones locales y el sector privado. La ciudad rehabilita los espacios públicos, y los inversores privados compran a bajo precio solares y viejas casas unifamiliares, y en su lugar construye modernos bloques de pisos, un gran centro comercial, y algún gimnasio.
Un caso paradigmático de esta evolución es el corazón del barrio de Columbia Heights, situado a poco más de un kilómetro al norte de la Casa Blanca, y hasta hace poco uno de los más conflictivos y peligrosos de la ciudad. Otrora infestado por pandillas y camellos, el barrio es hoy un espacio singular por sus contrastes, y pluralidad de gentes, y estilos de vida. En sus calles convergen diariamente los dos universos paralelos de DC, viejos y nuevos habitantes del barrio.
Mientras la transformación del barrio no llegue de la mano del mobbing, la comunidad la recibe de forma más bien positiva, pues dispara el precio del metro cuadrado. Sin embargo, algunos sienten nostalgia ante la desaparición de viejos paisajes y ambientes.Ebony Jackson, una joven afroamericana concienciada, autora del blog Hello, Negro lamenta que los cambios ignoren las realidades y necesidades locales: «Ayer me pasé una hora buscando una tienda de belleza en el barrio con productos para las mujeres, ¡y ni tan siquiera pude encontrar una!».
La cafeteria Busboys and Poets fue uno de las primeros nuevos locales del barrio. Sin embargo, a diferencia del resto, sí que intenta preservar su cultura a través de su librería y salón de actos. «La idea de hacer crecer la ciudad sin conectarla con sus raíces es míope», declara su propietario, Andy Shallal, un árabe apasionado por el arte. «La cultura y el arte sólo pueden existir en situaciones en los que hay la saludable tensión de la diversidad».
Sermón del polémico reverendo
Si en en el mes de abril, en pleno escándalo por la publicación de varios de sus discursos más incendiarios, hubo un distanciamiento entre Barack Obama y su reverendo, Jeremiah Wright, parece que ya ha sido superado. En un sermón en la Universidad de Howard, en Washington, una de los más potentes instituciones afroamericanas del país, Wright celebró la elección de Obama. «Mucho dijeron que era imposible que un hombre negro llegara a la Casa Blanca … pero millones se levantaron diciendo YES WE CAN! Y sí que pudimos».
Además de alabar a todos aquellos que se han movilizado para conseguir un «hito histórico», como es la llegada a la casa Blanca de Obama, tuvo también un recuerdo para aquellos que «han construido los fundamentos que lo han hecho posible», como Martin Luther King, y Rosa Parks, pionera del movimiento de derechos civiles.
En un auditorio lleno hasta reventar, Wright demostró una vez más que es un orador carismático, y sólo necesitó tres minutos para ponerse en el bolsillo el público, formado casi exclusivamente por afroamericanos de todas las edades.
Con un estilo a caballo entre el de un telepredicador, y un cómico especializado en monólogos, Wright consiguió emocionar a los asistentes y provocar sus carcajadas. Como si de un ‘showman’ se tratara, Wright no duda en canturrear los hits de los 70, realizar imitaciones con varios acentos, o bailar en el estrado.
Fiel a su compromiso radical con la justicia social, Wright subrayó las tres grandes plagas que afectan la humanidad son «el racismo discriminador, el capitalismo deshumanizador, y el militarismo destructivo».
En su discurso dijo que cuando alguien que está postrado se levanta, siempre hay «portadores del odio» que lo critican, y puso como ejemplo varias cadenas, «la ABC, CNN, Fox News». El público estalló en un furioso aplauso. Y es que las durísimas críticas que recibió parecen aún haber aumentado su carisma entre los afroamericanos.
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