«Hay que reinventar la escuela»
Los padres delegan la educación de los hijos y los maestros lamentan la indisciplina de los alumnos. El filme francés 'La clase' genera un debate que llega a los pupitres vascos
Diario Vasco,
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15-01-2009
DV. Dice el realizador Pablo Malo que la serie de televisión Aída forma («o más bien deforma») a los jóvenes más que todo el sistema educativo en su conjunto. Y el psicólogo experto en temas pedagógicos Ernesto González de Mendibil asegura que «en las aulas se sigue enseñando hoy igual que hace un siglo. Si una empresa se rigiera en la actualidad por el mismo sistema que hace cien años estaría en quiebra, pero la enseñanza apenas ha avanzado: el sistema sigue siendo el de antes».
¿Son visiones demasiado catastrofistas? Quizás sí: lo dicen después de ver La clase, una película francesa que revela la crisis de la educación en la Europa de la multiculturalidad y de los jóvenes amarrados al móvil. La clase, que ganó el último Festival de Cannes, se estrena mañana en las pantallas guipuzcoanas. Con apariencia de documental cuenta el día a día de un instituto del extrarradio de París. La falta de disciplina ante la figura del profesor, la soledad del maestro, el desinterés del alumno por las materias lectivas o la inhibición de los padres ante la formación de los hijos se hacen patentes a lo largo del filme.
Antes del estreno de la película este periódico reunió en los cines Príncipe a cuatro personas vinculadas con la educación y el cine para analizar qué hay en común entre esa visión desolada de las aulas francesas y la realidad de los adolescentes vascos. Y la conclusión es que la película francesa y nuestros centros escolares comparten demasiados cuestiones de fondo. «Hay que reinventar la escuela», coinciden los cuatro invitados: los psicólogos especializados en cuestiones educativas Patxi Izagirre y Ernesto González de Mendibil, la escritora Luisa Etxenike y el realizador Pablo Malo.
Sociedad «infantilizada»
«Esta película es magnífica pero es peor que un thriller de terror porque nos enfrenta de bruces ante nuestra propia realidad», sentencia el director Pablo Malo. «Hemos pasado de una educación absolutamente autoritaria a un sistema del ‘buen rollito’ en el que el profesor queda tiranizado por los alumnos y, lo que es peor, por los padres de los alumnos. Los padres han dimitido en muchos casos de la responsabilidad de educar a sus hijos y delegan todo el trabajo en la escuela. Pero cuando surge un problema con el hijo en el centro docente, el padre siempre se pone del lado de su hijo y deja en evidencia al profesor», añade Malo. «Vivimos una sociedad infantilizada que evita los problemas y busca el corto plazo. ¡Ese hijo que vuelve a casa de la escuela igual se encuentra a su padre jugando con la videonconsola!».
La escritora Luisa Etxenike, crítica con la película, es aún más crítica con el funcionamiento de la educación hoy en día. «Hemos vaciado la escuela de contenidos, y parece que hubiera una mano oculta interesada en que los colegios no formen a ciudadanos con criterio sino a personas que se dejen dominar por el sistema absurdo en el que vivimos, en el que hay gente capaz de guardar cola durante 24 horas para hacerse con el último modelo de teléfono móvil».
Quizás es una película que induce al pesimismo sobre la realidad educativa actual, porque el psicólogo Ernesto González de Mendibil se suma también a las críticas hacia el modelo vigente. «Desgraciadamente, nuestra educación ha reducido a los profesores al papel de ‘informantes’, meros transmisores de contenidos. Se transmite ‘información’ sobre las materias, pero no se inculcan valores».
Adolescentes
«En enseñanzas medias, de las que estamos hablando, con chavales entre 14 y 16 años, los maestros se sienten perdidos porque les faltan herramientas para enfrentarse a grupos heterogéneos en plena explosión de adolescencia», agrega el psicólogo eibarrés González de Mendibil.
En la misma línea insiste Patxi Izagirre, también psicólogo y también habituado a trabajar en las aulas. «Vivimos tiempos de cambio en el conjunto de la sociedad, con una rápida y acentuada transformación de valores, y la enseñanza se contagia de esa desorientación. Y más en los institutos o centros donde están escolarizados los adolescentes. Son años de transición, de formación de la personalidad, de alboroto, y el profesor no sólo debe ser alguien que sabe mucho de matemáticas, lenguaje o de la materia que le corresponde, sino también de manejo de grupos».
Izagirre añade que «no es fácil guardar la disciplina en el aula y conservar la autoridad: lo ideal sería hacerlo desde el saber, desde la inteligencia emocional, pero lamentablemente muchas veces sólo se echa mano de la sobredosis del miedo o de la culpabilidad», apunta.
En la película francesa uno de los debates fundamentales que queda patente en el aula es la multiculturalidad: alumnos de diversas razas y procedencias, en algún caso hasta con problemas para desenvolverse en el idioma francés, conviven en el aula. ¿Es el caso francés un avance de lo que veremos aquí o lo estamos viviendo ya?
«En Gipuzkoa hay lugares ya emblemáticos de esa nueva realidad, como el Instituto de Bidebieta, donde conviven decenas de nacionalidades», recuerda González de Mendibil. «Está claro que la inmigración suscita nuevos problemas, desde el básico de la lengua hasta la convivencia. Como vemos en la película, la expulsión de un chaval del instituto puede ocasionar hasta su expulsión del país y su devolución al país de origen, lo que complica, y mucho, la toma de decisiones».
Pluralidad en las aulas
Patxi Izagirre quiere, «en plan positivo», pensar que «la pluralidad en las aulas favorecerá la formación de nuestros jóvenes». Pero Luisa Etxenike resta valor a la inmigración como excusa para disculpar los fallos del sistema.
«Incluso en los centros escolares donde sólo se reúnen jóvenes procedentes de familias arraigadas se da la falta de disciplina y la desorientación», dice la escritora donostiarra. «Los profesores están despistados: conozco a una que lleva 25 años en ejercicio y este curso, por primera vez, está viendo que ya no puede más ante sus alumnos. ¿Sabes qué remedio le dio su jefe? Que se coja una baja».
¿No es demasiado negativo el mensaje que queda? «Pues vamos a darle la vuelta», coinciden los cuatro invitados. «Digamos que hay que reinventar la escuela para formar, de verdad, a ciudadanos libres, cultos y con criterio».
mezquiaga@diariovasco.com
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