Las dos muertes a tiros ocurridas a las puertas de una céntrica discoteca de Madrid pocos días después de que un sicario acribillase a un presunto capo de la mafia colombiana en la habitación del Hospital 12 de octubre, han hecho saltar las alarmas policiales y de la opinión pública que asiste con estupor a una cadena de tiroteos más propios de urbes tercermundistas. Pero más allá de la espectacularidad de la violencia en plena calle y el peligroso efecto sobre la seguridad cabe preguntarse si el fenómeno de las mafias extranjeras en España, no se ha ido extendiendo y consolidando hasta convertirse en un hecho estructurado y permanente que se ha introducido, hasta controlarlos, en negocios como la seguridad de los centros de ocio nocturnos o la distribución de droga al por menor.